Los debates sobre salud mental pueden resultar complicados porque esta terminología cubre una gama muy amplia de cuestiones.
En otras palabras, al abordar este tema, es útil definir nuestros términos y comprender que existe un espectro de condiciones. No debemos esperar que todos entiendan o sientan empatía como queremos. Todos entran en la conversación sobre salud mental con sus propias definiciones, experiencias y nociones preconcebidas.
La angustia mental se manifiesta plenamente en los Salmos. La Biblia y la iglesia entienden la salud mental más de lo que piensas.
Una respuesta común que la gente tiene ante una crisis de salud mental es la mentalidad de “simplemente hacer más”. Sólo ora más. Simplemente lea más su Biblia. Simplemente lea este libro sobre la depresión. Aunque se basa en buenas intenciones, esta mentalidad implica que quien la sufre está haciendo algo mal.
Como cristianos, debemos encontrar ayuda y consuelo en el Señor. Entonces, cuando alguien envía a alguien que sufre al Señor, está ofreciendo la mejor solución que sabe ofrecer.
Nuestra salud mental y espiritual a menudo se superponen, y está bien admitir que tienen un impacto mutuo entre sí. Sin embargo, hacer la afirmación general de que estos problemas son un signo de fe débil es irresponsable, hiriente y equivocado.
La realidad es que TODOS los cristianos profesantes tienen áreas de debilidad en su fe. Vemos a un padre exclamar humildemente esta verdad en Marcos 9:24 . Está bien recordarle esto a alguien si señala su fe como la causa de sus problemas de salud mental. Está bien reconocer que apoyarse más en el Señor podría ayudarle. Y al mismo tiempo, reconocer que la fuente de sus problemas de salud mental es algo completamente distinto.
¿Puede un creyente confiar más en Dios? Absolutamente. ¿Una confianza vacilante en Dios tiene que ser el fundamento de algún diagnóstico? No.
No creo que la persona promedio llegaría a la conclusión de que si hubiera tenido una confianza inquebrantable en Dios en un momento de agresión, no estaría viviendo con miedo actualmente. Sin embargo, es lógico concluir que profundizar su confianza en el Señor ahora la ayudaría en su proceso de curación. Yo diría que una forma en que el Señor redime las cosas horribles que nos suceden es atrayéndonos hacia Él. Permitiéndonos profundizar nuestra dependencia de Él (Salmo 34:18).
La Biblia no ordena ni condena la intervención médica cuando se trata de nuestra salud física o mental. En otras palabras, tomar medicamentos es una cuestión de sabiduría, no de pecado.
Para algunos, tomar medicamentos es imprescindible para poder funcionar en esta vida. Para otros, sin embargo, los medicamentos se utilizan para atenuar una emoción, como el duelo.
Debemos recordar que Jesús no es una pastilla y tus pastillas no son tu Salvador. Todos necesitan a Jesús; algunos necesitan medicación. Y recuerde, tomar medicamentos puede ser en realidad un ejercicio de fortalecimiento de la fe.
La salud mental es un área sobre la que todos continuaremos aprendiendo y ampliando nuestra comprensión. La información cambia y con ella nuestros pensamientos y nuestra comprensión. Pero una cosa en la que todos podemos estar de acuerdo es que al Señor le importa su salud mental. Él ve tu angustia y escucha tus gritos. Él es el autor y consumador de vuestra fe; Él te llevará adelante.
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