Al verlo, caí a sus pies como muerto; pero él, poniendo su mano derecha sobre mí, me dijo: «No tengas miedo. Yo soy el Primero y el Último, y el que vive. Estuve muerto, pero ahora vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del infierno. Apocalipsis 1:17-18
Señor nuestro Dios, te agradecemos con todo el corazón, porque Cristo Jesús todavía vive hoy y podemos creer en él y llamarlo nuestro Salvador. Te agradecemos por él, quien ve las profundidades de nuestra miseria humana y nos llama justo en medio de todo: «No tengas miedo. Estoy contigo. Yo vivo. Yo soy tu ayuda. No importa lo insignificante que seas, no temas, porque yo, Jesucristo, alumbro en toda oscuridad, hasta en las tinieblas del pecado y la muerte, y en todo juicio que ha caído o está por venir sobre todos lo habitantes de la tierra». ¡Alabado sea tu nombre, Señor nuestro Dios! Tú eres grande y todopoderoso más allá de nuestro entendimiento. Pero nos has enviado al Salvador, a quien podemos entender, y nos regocijamos por tener comunión con él en tu presencia. Amén.
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