Kathleen dejó su casa en Edimburgo, Escocia, para visitar una comunidad del Bruderhof en Alemania 1934, cuando ella tenía 27 años. Los siguientes extractos —atrevidos, impulsivos y a menudo directos— de diferentes cartas fueron dirigidos a su madre; sin embargo, estas palabras le hablarán a cualquier persona cuya fe sea una cuestión viva y ardiente. Kathleen murió en el año 2000 a la edad de 93 años y hasta entonces continuó siendo fiel a lo que fue para ella el llamado a seguir a Cristo en un discipulado radical.
Octubre de 1934
Dejar la Iglesia estatal no fue algo sencillo para mí, pero simplemente ahí no había ninguna solución a la cuestión de amar al prójimo como a uno mismo. Eso era imposible para mí dentro de un régimen capitalista, porque descubrí que mientras yo daba un poco de mi excedente sin compartirlo todo —así fuera en abundancia, pobreza, alegría o dolor—, no estaba amando realmente a mi prójimo, sino desalentándole. Indudablemente que en la Iglesia hay personas sinceras, para no insultar a nadie. Sin embargo, la Iglesia debe ser algo más que una congregación de individuos sinceros. Debe ser el milagro de Pentecostés: la vida, el fuego y la unidad.
Febrero de 1935
La convicción de que servir a Dios solo traerá resultados agradables revela una interpretación sentimental de la palabra “amor” (mientras que el amor de Dios es más que eso, es fuerte y poderoso). También muestra que uno no se ha confrontado con los hechos de la historia. ¿Qué pasó con Cristo? Ciertamente, Dios lo dirigió y su orientación lo llevó a la cruz. ¿Qué pasó con los apóstoles? Uno solo tiene que leer el libro de Hechos para saber que las penalidades físicas, la privación y el encarcelamiento fueron resultado de haber sido fieles a Dios. ¿Qué pasó con los primeros cristianos y las cosas terribles que sufrieron en el circo en Roma? Lo mismo ha ocurrido a través de los siglos.
Mamá, hay dos cosas que se rechazan, por eso, una asesina a la otra: la propiedad y el amor. Este último es la puerta estrecha, por la cual debemos entrar para alcanzar la plenitud de una vida prospera y, la verdad, son pocos los que la encuentran. En cuanto a la propiedad, no se trata únicamente de nuestra propiedad material: hay que renunciar, además, a los propios deseos, gustos e inclinaciones para vivir el amor. No se trata de entregarlo todo un solo día; es una entrega de cada día y cada hora. Quizá esto suena extremo, pero simplemente es la verdad de los hechos. Por eso es tan difícil para un rico entrar en el reino de los cielos.
Marzo de 1935
Tenemos que ser positivos. Sabemos que si buscamos en primer lugar y únicamente la voluntad de Dios —el reino de los cielos— tendremos todo lo que necesitamos. Sin embargo, no nos atreveríamos a pedir que venga su reino mientras solo estemos suministrando recursos para nosotros mismos, sin entregarnos para hacer su voluntad activa y totalmente.
Octubre de 1936
Mamá, tu propio y amado Bacon dijo que la prosperidad es la bendición del Antiguo Testamento y la adversidad del Nuevo. Nosotros tenemos realmente una excelente compañía, quienes, a través del tiempo, han llevado un testimonio fiel del Dios del amor. Entonces, ¿es necesario decirte que anhelamos infinitamente estar más con ellos, cualquiera que sea el costo, que estar desahogados y cómodos en un mundo desgarrado por el miedo, el odio y la injusticia?
Sin embargo, la voluntad de Cristo fue, y es, unir. ¡Piensa cuanto lloró sobre Jerusalén! Y recuerda su oración: “que todos sean uno” —que ellos sean un organismo vivo—, un solo cuerpo animado por el Espíritu. Cristo dijo: “Yo soy el Camino”. No la comunidad Bruderhof, ni el trabajo social. “Yo soy el Camino”. La época actual es muy complicada y desgarradora, llena de distracción y desintegración. Entretanto el camino es simple, claro y recto, y unifica la vida entera.
Noviembre de 1936
Mamá, he estado pensando en el momento cuando el reino de los cielos se materialice y Cristo verdaderamente reine sobre la tierra. Este es el gran objetivo de nuestra vida, que se levanta como una pequeña señal en medio de la mortal confusión y el relativismo del mundo de hoy. Solo es una señal incompleta, pero apunta hacia la venida del reino de Dios. No obstante, en medio de las dificultades de la época, al menos podemos seguirlo ahora y aquí y esperar a que ilumine a los que han perdido la esperanza de paz, justicia y amor, para que reconozcan que existe una manera de escapar a la división, la distracción, el odio y el miedo que reina entre los hombres. Dios es amor y su voluntad es que los hombres vivamos en el amor. Y, más aún, quienes están dispuestos a arriesgarlo todo —seguridad económica, fama en el mundo, etc.—, es decir, quienes dan la vida entera por Él, la fuerza para hacerlo será dada, incluso en el mundo que tenemos.
Cuando los hombres no viven en el amor, tienen que vivir bajo la ley. Ellos deben obedecer al Estado, cuya misión es defender a los inocentes y castigar a los culpables. Ellos deben estar dispuestos a juzgar y condenar a otros hombres —“ojo por ojo y diente por diente”—, ya que el Estado solo puede mantenerse por la fuerza. Pero no puede cambiar el corazón y, por lo tanto, nuestro propósito es vivir de acuerdo a la ley del amor, de manera auténtica y creativa, como embajadores de otro reino.
Traducción de Coretta Thomson