NOTICIACRISTIANA.COM.- Si Dios tiene o no favoritos, es una pregunta difícil porque se basa en nuestra comprensión humana del favoritismo, que generalmente significa un trato injusto hacia cualquiera que no sea favorecido.
Para entender completamente la respuesta, tenemos que empezar con la verdad de que Dios siempre es justo (Deuteronomio 32:4; Salmo 7:11). Sabemos que Él ama a todos porque cada ser humano ha sido creado a su imagen (Juan 3:16; Lamentaciones 3:22–23; Génesis 1:26). Su juicio siempre es correcto. Entonces, si él favorece a alguien, es lo único correcto que se puede hacer.
Cuando pensamos en el favoritismo, imaginamos un lugar de mayor estatus y menos responsabilidad. Pero el favor de Dios a menudo viene con deberes adicionales y desafíos más difíciles.
Jesús fue la personificación de todo lo que Dios favorece. Muchas veces en las Escrituras, Dios llama a Jesús “Mi Elegido” (p. ej., Isaías 42:1; Mateo 3:17; 12:18; Lucas 9:35). Ese título también se usa para referirse a Israel (Isaías 45:4; 65:9; 1 Reyes 11:13). Dios escogió profetas y reyes por sus propias razones soberanas (Éxodo 33:17; Daniel 10:11; 1 Samuel 2:26).
Sin embargo, muchos de aquellos a quienes Dios favoreció fueron perseguidos y sufrieron penalidades a causa del manto de responsabilidad que Dios les impuso.
El ángel Gabriel saludó a María con estas palabras: “¡Saludos, muy favorecida! El Señor está contigo” (Lucas 1:28). No tenemos más registro de por qué María fue escogida, pero el resultado del favor de Dios sobre ella fue que tuvo que soportar grandes dolores y dificultades como madre del Mesías.
Entonces, ¿el favor de Dios es arbitrario? ¿Nuestras elecciones tienen algún impacto sobre si estamos entre sus favoritos? Isaías 66:2 dice: «Estos son los que miro con favor: los que son humildes y contritos de espíritu, y que tiemblan a mi palabra».
Dios quiere mostrarnos a todos su favor, pero en su conocimiento soberano, Él escoge a algunos para una asignación y bendición especial.
Dios no nos clasifica en orden de importancia
El Señor no está limitado en su favor. Él no nos clasifica en orden de importancia, ni su favor es algo por lo que debamos competir unos con otros para ganar. Todo hijo de Dios que viene a Él por la fe en Jesucristo tiene el favor de Dios.
El Salmo 5:12 dice: “Porque tú bendices a los justos, oh Señor; lo cubres con favor como con un escudo.” No es nuestra propia justicia la que nos gana el favor; somos declarados justos mediante la limpieza de nuestros pecados por la sangre de Cristo (Romanos 5:1; 2 Corintios 5:21).
A medida que crecemos en la fe y buscamos agradarle, Dios demuestra su favor acercándose a nosotros (Santiago 4:8). Él desea otorgar favor a todos los que lo buscan (Jeremías 29:13). Él otorga dones espirituales a todos sus hijos para que los usen en su servicio (1 Corintios 12:5–7; 1 Pedro 4:10). Incluso la disciplina del Señor es un medio de mostrar favor a sus hijos.
Los favoritos de Dios son sus hijos, comprados por la sangre de su hijo (Juan 1:12). Mientras honramos a Jesús, el favor de Dios nos sigue. Ese favor puede manifestarse a través de una mayor responsabilidad, bendición o incluso sufrimiento por su causa (Hechos 5:41).
La recompensa de su favor es su promesa de que “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien y son llamados conforme a su propósito” (Romanos 8:28). Cuando somos los favoritos de Dios, sabemos que Él siempre está con nosotros y nos recompensará por todo lo que hagamos por Él (Mateo 28:20; Apocalipsis 22:12).
Artículo escrito en Got Questions.
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