¿Es el cristianismo una copia de la filosofía griega? – CRISTIANISMO PARA ATEOS

¿Es el cristianismo una copia de la mitología o filosofía griega?
“Consideramos que las Sagradas Escrituras son la más sublime filosofía. Encuentro más indicios de autenticidad en la Biblia que en cualquier historia profana.” - Sir Isaac Newton, filósofo y científico cristiano
        La respuesta es “No” puesto que muchas de las doctrinas fundamentales del cristianismo están en oposición directa a los más grandes filósofos de la antigua Grecia tales como Sócrates, Platón y Aristóteles. Hasta la Biblia cuenta que el apóstol de los gentiles, Pablo, llegó a debatir con filósofos griegos como los epicúreos y estoicos en Hechos 17:18 y afirmó que el evangelio de Cristo era “locura” para la cosmovisión helenística (griega). En ese sentido se podría decir que la influencia griega no ha influenciado el cristianismo (Vea 1 Corintios 1:23). De hecho, después del ministerio terrenal de Cristo, ciertas ideas de los griegos tuvieron que ser confrontadas por la iglesia porque estaban creando una nueva corriente sincrética filosófico-religiosa con el cristianismo llamada gnosticismo durante en los tres primeros siglos de nuestra era, convirtiéndose finalmente en un pensamiento declarado herético (Vea 1 Juan 4:2-3; 1 Timoteo 4:1-5 y Colosenses 2:6-9). 
           Además, si el cristianismo hubiese sido una copia de la filosofía griega entonces los primeros cristianos no hubiesen sido tan duramente perseguidos por los antiguos paganos como cuando eran lanzados a los leones. Los dioses de los romanos sí eran una copia de los dioses griegos, pero con diferentes nombres. Mientras que la religión judeocristiana no (Lea La Patrística y El Libro de los Mártires de John Foxe). Sin olvidar que otra de las diferencias es que las religiones griegas y romanas eran inclusivas pues aceptaban la adoración de cualquier dios (como se ve en Hechos 17) mientras que el cristianismo es una religión exclusiva donde solo a Cristo se le rinde culto y adoración como único Dios verdadero lo cual fue otro motivo que usaron los paganos para perseguirlos.
             Por otro lado, es cierto que la iglesia primitiva nació en un mundo dominado por la cultura griega la cual influyó en el uso de las palabras, sistemas y métodos de discusión de los cristianos a través de la historia para explicar su fe. Además, los filósofos griegos enseñaron algunas verdades morales y teológicas las cuales los filósofos cristianos aceptaban y hasta el mismo Pablo admitió esto al decirle a los griegos en Atenas que hasta sus propios filósofos afirmaban creencias iguales al cristianismo (Hechos 17). Pero eso no significa que el cristianismo los plagió puesto que eso sería incurrir a la falacia post hoc (también llamado correlación coincidente o causalidad falsa) pues el que la religión judía-cristiana tenga algún concepto similar a religiones más antiguas NO significa que son la copia de mitos paganos. El que diferentes historias tengan ciertos detalles parecidos simplemente no significa que una tomó prestado de la otra. El profesor Gregory Elder ilustra esto muy bien con el caso del álgebra: “La ciencia del álgebra fue inventada tanto en la antigua Asiria unos mil años antes de Cristo como en la Arabia medieval unos mil años después de Cristo. Pero no hay evidencia de que los musulmanes árabes obtuvieron su álgebra de los asirios, cuyo idioma fue completamente intraducible para los árabes de la época”.              
            Además, según la Enciclopedia de Historia Mundial, la filosofía griega como género cultural independiente apareció alrededor del 600 a.C., y ese conocimiento ha persistido hasta nuestros días. Mientras que la formación del pueblo hebreo tuvo lugar durante el segundo milenio antes de Cristo, posiblemente alrededor de 1800 a. C. y los eventos del Éxodo alrededor de 1450 a.C. De hecho, la mayoría del Antiguo Testamento fue escrita durante la Edad de Hierro (1,200 A.C. – 500 A.C.) y todo el Nuevo Testamento en el primer siglo D.C. después de los períodos de la Edad de Bronce y la Edad de Hierro. Por tanto, nuestra cosmovisión, moral y creencias principales precede cientos de años antes del surgimiento de la filosofía griega. Por tanto, si alguien quiere argumentar que una narración fue tomada de la otra, tendría que haber sido de la manera contraria: la filosofía griega parece haber sido tomada del relato de Éxodo sobre Moisés.  Como dice el apologista y filósofo cristiano, John Lennox, “Mucho antes de Aristóteles, el libro de Génesis fue escrito.”  El otro problema con esta afirmación gratuita es que también incurren a la falacia de falsa analogía, o sea, apelan a semejanzas muy vagas dejando de lado las grandes y claras diferencias que existe entre la religión judeocristiana y la mitología o filosofía griega. Acá unos ejemplos:    
¿Mismo Dios?
      
             Eso sería apelar a una falacia de equivoco pues la religión judeocristiana y la de los filósofos griegos eran muy diferentes. De hecho, la primera y más significativa es que en el cristianismo se cree en un solo Dios inmaterial, transcendental, atemporal y que esta fuera del tiempo y el espacio (monoteísmo). Mientras que algunos filósofos griegos creían en el politeísmo (muchos dioses) que eran parte del universo pues eran físicos y no espirituales como el Dios de la Biblia. Mientras que algunos filósofos profesaban creer en algún tipo de dios impersonal similar al de los deístas lo cual sigue siendo diferente al Dios de la religión judeocristiana. De hecho, hasta la Biblia cuenta que, en Atenas, varios filósofos griegos como los epicúreos y estoicos se opusieron contra Pablo porque no querían aceptar la idea de que un Dios sea el Creador de todas cosas sino que preferían creer que todo vino de una materia eterna y por el azar sin una intervención divina. Pablo refutó este pensamiento naturalista diciendo que el verdadero Dios no está limitado por la materia como los falsos dioses que creían los griegos politeístas pues el Dios de la Biblia es un Espíritu (Hechos 17:24,25 y Juan 4:24). En otras palabras, Pablo les muestra a los filósofos atenienses que el Dios inmaterial y monoteísta de los cristianos no es el mismo que los dioses físicos de los griegos.   
           Otra diferencia es que el Dios de la Biblia es descrito como un ser perfecto en moral, eterno, inmaterial, compasivo, omnipotente, omnisciente, omnipresente y de bien supremo. En cambio, los dioses de los griegos eran imperfectos, inmorales, finitos, materiales, con poder limitado y no siempre estaban de acuerdo el uno con el otro. Mientras que las tres personas de la Trinidad cristiana están perfectamente unidas en amor, pensamiento, deseo, conocimiento y poder y propósito (1 Juan 5:7). De hecho, esta es la razón por la que la religión griega permitía a sus adoradores a desobedecer o cuestionar la naturaleza y autoridad de sus dioses como hizo Sócrates, Aristóteles, los epicúreos y otros filósofos porque sabían que no eran perfectos y debatían sobre cuales morales seguir puesto que creían que eran subjetivas a diferencia de los 10 mandamientos de Dios las cuales son sostenidas por sus cristianos como objetivas y absolutas porque están basadas en la naturaleza de Dios.   
 El Hijo de Dios   
             Algunos que creen que el cristianismo es una copia de la mitología griega dicen que aun así hay similitudes entre los dioses griegos y el Dios de la Biblia porque los griegos creían que los dioses tenían hijos y en el cristianismo Dios tiene un hijo, Jesús. Sin embargo, esta similitud es muy vaga e ignoran que, a diferencia de los hijos de los dioses griegos, Jesús es el Hijo Eterno por lo que preexistía antes de su encarnación humana. Tampoco fue un semidios como Hércules sino 100% Dios y 100% hombre. Jesús fue Dios-Hombre, no mitad dios y mitad hombre. Los semidioses griegos tampoco eran eternos, todopoderosos, omnipresente y omnisciente. Jesús y el Padre sí lo son.   
       Jesús tampoco fue nacido naturalmente sino sobrenaturalmente. Muchos anticristianos o ateos militantes no se cansan de relacionar el suceso del bautismo de Jesucristo con el anuncio de su nacimiento virginal a María para asumir la mala interpretación de que el Espíritu Santo es una paloma que fecundó una mujer, así como en la mitología griega el dios Zeus tuvo sexo con Leda en forma de ave. Pero ¿es esto cierto? NO. El mismo hecho de que las personas que asumen esta falacia no citan ni un sólo versículo de la Biblia para verificar su falsa analogía es prueba de que no saben de teología cristiana o que simplemente están mintiendo. Además, Dios no es, ni era una paloma sino un ser espiritual (inmaterial) y la Biblia dice “y vio al Espíritu de Dios que descendía COMO paloma” (Mateo 3:13-17). Aquí la palabra clave es “como” lo cual es un símil y esto fue en el bautismo de Jesús, no durante el anuncio de su nacimiento virginal a María (Mateo 1:18-25). La realidad es que el nacimiento virginal de Jesucristo fue un milagro precisamente porque no hubo ningún acto sexual cosa que la misma Biblia explica (Vea Isaías 7:14; Lucas 1:31-35 y Mateo 1:18-25).
¿Pero y qué hay de Zeus?
         ¿Cuáles son esas evidencias que demuestran que no es real? Bueno para empezar nadie ha visto un super hombre llamado Zeus (quien es definido como un dios poderoso, físico e inmortal) ni su gran palacio de cristal, ni los demás falsos dioses de la mitología griega en ningún lado del Monte Olimpo. En cambio, hay mucha evidencia histórica de que el Cristo resucitado sí existió. Esta es la razón por la que el paganismo antiguo fue derrotado por la iglesia primitiva la cual no podían detener ni con argumentos válidos ni con derramamiento de sangre (Lea La Patrística y El Libro de los Mártires de John Foxe).  
        Obviamente el ateo dirá que al Dios de los cristianos nadie lo ha visto tampoco. Sin embargo, estos ignoran que el Dios de la Biblia no es un viejito con barba blanca que camina sobre las nubes y estrellas del cielo como describen muchos de ellos (falacia de hombre de paja) sino que es un Ser espiritual (inmaterial) y que por tanto cometen una falsa analogía al compararlo con Zeus. Dios como Creador del universo está fuera del universo (tiempo, espacio y tiempo) así como un pintor está fuera de su pintura y cuando Génesis 1:1 habla de “cielos” en plural es porque hay tres “cielos”:  “El primer cielo” que es el espacio atmosférico (Génesis 1:20 y Apocalipsis 21:1), el segundo cielo que es el espacio estelar (Génesis 1:16-17) y “el tercer cielo” o “paraíso” cuyo lugar espiritual habita Dios y seres inmortales con una naturaleza diferente (2 Corintios 12:2).
       Además, el argumento cosmológico del Kalam y la navaja de Ockham también demuestra que solo puede haber un solo Dios (no muchos) lo cual descartaría el panteísmo, el hinduismo y todas las demás religiones paganas (incluyendo el ateísmo). Otro argumento en contra de Zeus y el politeísmo de las demás religiones paganas es que la similitud genética entre humanos y los animales y la anatomía comparativa entre las criaturas también demuestran un mismo Diseñador común para todo. Si los humanos fueran completamente diferentes de todas las otras cosas vivientes, o de hecho, que toda otra cosa viviente fuese completamente diferente, ¿acaso esto nos revelaría al Creador? ¡No! Podríamos pensar que existen muchos creadores en vez de uno. La unidad de la Creación es testimonio al Único Dios Verdadero que hizo todas las cosas (Romanos 1:20).  
            Otra profunda diferencia es que los dioses griegos son coexistentes con la naturaleza y sus dioses dependen de la creación, no así el Dios de la Biblia. Génesis 1 enseña que Dios crea la naturaleza lo cual pone de manifiesto la auto distinción del Creador en relación con el universo la cual no pertenece a la esencia divina. El Dios de los hebreos no es parte del mundo material sino un Ser inmaterial (espiritual) que estaba antes de la existencia del universo pues es su Creador eterno (Isaías 43:10 y 44:24). Esto cancela toda idea de una materia primera o preexistente las cuales son expresiones muy comunes dentro de la literatura mítica pagana.  Por tanto, Génesis declara que solo hay un Creador Dios que existe independientemente del universo, una afirmación que es fundamental para el cristianismo. 
               El apóstol Juan lo pone de esta manera, “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres” (Juan 1:1-4). En el griego, el término “Palabra” o “Verbo” es logos, la cual fue usada varias veces por los filósofos griegos para referirse al principio racional que gobierna el universo. Acá tenemos la explicación teológica para la inteligencia racional del universo, para el ajuste fino de su constante físico al igual que su complejidad biológica. Es el producto de una Mente, que es la divinidad del Logos. Por lo que hay detrás del universo es mucho más que el principio racional. Es Dios, el Creador mismo. No hay una abstracción o ni siquiera una fuerza impersonal lo que está detrás del universo sino una Persona que no es parte de su universo. Bien dijo Isaías, “¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis? dice el Santo.” (Isaías 40:25).  
 ¿Qué hay del Primer Motor de Aristóteles?   
             Aunque hubo filósofos como Aristóteles (En el Libro 12 de su Metafísica) que sostuvieron un primer motor inmóvil del universo y descrito como perfectamente bello (quizás influenciado por las especulaciones cosmológicas que tenían los primeros filósofos griegos presocráticos, como el Nous de Anaxágoras o el Logos de Heráclito) no es creador del mundo (pues Aristóteles creía que el universo era eterno) sino solo la causa impersonal y final de todo movimiento eterno del universo. Esto es diferente al Dios de los cristianos el cual es descrito como un Ser personal que dio comienzo a un universo creado y no eterno. Además, Aristóteles también estaba a favor de varios motores los cuales parecen ser dioses pues no era monoteísta sino politeísta pero sustancialmente diversos de Aquel “primero”. Tomás de Aquino se refirió a esto en su Quinque viae en su libro Summa Theologiae. Después de todo, aun si el primer motor sonara similar al Dios cristiano se debe recordar las palabras del apologista y filósofo cristiano, John Lennox, quien dijo que “Mucho antes de Aristóteles, el libro de Génesis fue escrito y empieza diciendo estas palabras: En el principio Dios creó los cielos y la tierra.”     
¿Pero no es cierto que la palabra “Dios” proviene del latín “Deus”, que a su vez viene del griego “Zeus”?
              Se ha estado divulgando por muchas redes, principalmente ateas y unos pocos creyentes que el nombre “Jesús” y “Dios” se derivan del dios griego “Zeus”. La discusión principal en apoyo de esta aseveración es que los griegos clásicos pronunciaban Dios y Zeus de la misma manera. Además de esto, dicen que también está el hecho de que según las esculturas antiguas y modernas ambos tienen una barba. Así que, ¿qué podemos decir con respecto a este tonto mito?   
       1. No todo el que tiene una barba trata de tomar el lugar de Jesucristo y solo porque cierta palabra o parte de una palabra suena parecido a otra no es prueba de comunalidad (falacia non sequitur).  
       2. Los evangelios y todas las epístolas de los apóstoles fueron escritos en griego y la transcripción de iwvhy (independientemente de la ortografía del nombre del Mesías que pudo haber sido usado entonces), hecha por los apóstoles y hombres apostólicos cuando ellos escribieron el Nuevo Testamento, es IhsouV, es decir, Jesús. No Zeus y la palabra griega theos (Dios) en la Biblia tampoco era en referencia a Zeus.   
       3. En el lenguaje griego, Jesús (IhsouV), Dios (theos) y Zeus (ZeuV) no suenan, ni se escriben del mismo modo en absoluto. ¡La única similitud de sonido entre Jesús y Zeus en griego es el sonido final de la “s” lo cual resulta ser el final más común en el idioma griego y su propósito no era recordarles a las personas de Zeus sino simplemente facilitar la variación de la declinación (variación de la forma del sustantivo, adjetivo, pronombre, o verbo)!
        4. Los nombres se traducen de un lenguaje a otro (ejemplo: Elizabeth, Isabela, Zsoka o Eliska) pero no cambian su significado, ni el carácter, ni la identidad de la persona. Lo mismo con Jesús. El nombre hebreo-aramico Yeshua se traduce en griego como Iésous (Jesús). El nombre Jesús es una forma griega de Joshua lo cual era un nombre muy común entre los judíos y en Mateo 1:21 indica que el significado de la palabra es “El Señor salva” o “El Señor es salvación”. Por tanto, no importa cómo se pronuncie “Jesús”, “Joshua” o “Yeshua” el significado se queda igual y no tiene nada que ver con Zeus. Lo mismo se puede decir del Dios de la Biblia.
         5. En los manuscritos donde aparece el nombre Jesús al igual que en los léxicos griegos antiguos no dicen nada de que el nombre Jesús proviene o que esté relacionado con la palabra Zeus. Tampoco lo dice la Enciclopedia Británica, ni en las inscripciones, ni en los museos epigráficos de Atenas, Grecia, ni en los muchos lugares asociados con Zeus. De hecho, cualquiera en conocimientos del griego sabe que no hay ninguna conexión entre Jesús y Zeus en el griego.
“¡Pero Jesús ni siquiera existió!”
         De hecho, existe más evidencias y fuentes históricas a favor de la existencia de Jesús que la de Sócrates. Jesús hasta marcó la división de la historia con nacimiento ANTES Y DESPUÉS DE CRISTO. Muy grande su obra para no haber existido. Pero no solo Jesús existió, sino que fue y sigue siendo no solo mejor maestro que Sócrates, sino que supera en todo a cualquiera en términos infinitos. Es que su poder y autoridad como Dios soberano, su muerte, su sacrificio y su resurrección, lo hacen ser lo más grande que puede ser concebido y lo más excelente que existe. Por esto puede decir que es el camino, es la verdad, la vida, la salvación, la luz del mundo y todo aquello que es digno de alabar en Él. Dada estas condiciones, ¿se puede comparar a este mortal con Cristo? Definitivamente, no.
           Simplemente nos hacemos eco de las palabras del filósofo, escritor y compositor, Jean-Jacques Rousseau, quien dijo en su obra Emilio. “La muerte de Sócrates filosofando tranquilamente con sus amigos es la más dulce que se pueda desear; la de Jesús expirando en los tormentos, injuriado, burlado, maldecido por todo un pueblo es la más horrible que se pueda temer; … Sí, si la vida y la muerte de Sócrates son de un sabio, la vida y la muerte de Jesús son de un Dios. ¿Diremos que la historia del Evangelio ha sido inventada a capricho? Amigo mío, no es así como se inventa, y los hechos de Sócrates, de los que nadie duda, están menos atestiguados que los de Jesucristo.” (Rousseau, 1998: 461).
La Vida Eterna    
           ¿En qué parte de la mitología griega muestra que la adoración a su dios te llevaría al Cielo? En algunas religiones paganas como la griega o ya estabas destinado a ir al inframundo o tenías que hacer ciertas obras para ganar el Cielo sin la necesidad de adorar un dios. Mientras que, en otras, los dioses te recompensaban con prosperidad terrenal si los adorabas, pero no con la vida eterna (según sus creencias). Otros filósofos griegos creían que la salvación, se ganaba a través de obras y por la adquisición del conocimiento divino el cual lo libera a uno de las ilusiones de las tinieblas. En cambio, Jesús no dijo nada acerca de la salvación a través del conocimiento, sino solo por el arrepentimiento de nuestros pecados y la fe en Él como Salvador del pecado. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9).    
           Es más, la salvación que ofrece Cristo es gratuita y disponible para todos (Juan 3:16), no solo para un selecto grupo que haya alcanzado una revelación especial como los llamados gnósticos. El cristianismo afirma que hay una fuente de la Verdad y que esa es la Biblia, la inspirada e inerrante Palabra del Dios viviente, la única norma infalible de fe y práctica (Juan 17:17; 2 Timoteo 3:15-17 y Hebreos 4:12). Es la revelación escrita de Dios para la humanidad y nunca es sustituida por pensamientos, ideas, escritos o visiones humanas. Además, el mismo apóstol Pablo quien era el apóstol de los gentiles nos dice que el evangelio era locura para los paganos incluyendo para los griegos lo que demuestra que no creían en la misma forma de salvación (Romanos 1:16 y 1 Corintios 1:18-23). El cristianismo es la única religión donde se presenta un Dios que baja del cielo para salvar al hombre de sus pecados. En las demás, el hombre tiene que subir y salvarse asimismo a través de buenas obras. En otras palabras, las falsas religiones te dicen haz esto y aquello mientras que Jesús te dice hecho esta, solo tienes que arrepentirte de tus pecados y aceptarme como tu Señor y Salvador personal. Como dijo el biofísico, teólogo y profesor de Teología histórica en la Universidad de Oxford, Alister McGrath, “Puede que Sócrates nos enseñara cómo morir con dignidad; pero Cristo nos permite morir con esperanza.”     
Origen del Universo   
                En la religión judeocristiana tampoco se cree que el universo es eterno como sostuvo la teoría aristotélica durante dos milenios, sino que tuvo un principio (Génesis 1:1).  De hecho, en la mayoría de la mitología de la antigua Mesopotamia incluyendo la antigua Grecia para explicar el origen de todo se describe a la creación como eterno o muy viejo y en otras empezando como resultado de una guerra cósmica entre dioses que procrean sexualmente a otros dioses y diosas (politeísmo). Génesis enseña que el universo no es eterno, sino que tuvo un comienzo y tampoco aparece en ella una competencia dualista de otras divinidades. Algunos sugieren que Génesis 1:2 está hablando de una batalla entre las fuerzas de la luz y las tinieblas sin embargo tales pasajes no están hablando de una guerra de dioses. La expresión hebrea “cielos y tierra” (Génesis 1:1) tampoco es algo demoníaco, tampoco divino. Tales mitos también contienen elementos panteístas donde se habla de elementos naturales como seres divinos. Génesis no describe la creación de Dios de esa manera, ni enseña el politeísmo sino el monoteísmo (un solo Dios verdadero). De hecho, en Génesis sobresale la divina y personal insistencia por mantener una continua relación con Su pueblo, con el hombre, especialmente con aquellos que son sus siervos por lo que de entrada notamos que esta imagen bíblica destruye toda idea panteísta y politeísta que enseñan los mitos paganos.   
 La Edad de la Tierra y la Macroevolución
          En el tiempo de los antiguos judíos del Antiguo Testamento y de la iglesia primitiva del Nuevo Testamento varios filósofos griegos y otros paganos ya creían en una tierra vieja (eterna o casi eterna), la teoría de la generación espontánea (ideaderivada de Aristóteles) y en una clase de macroevolución (Libro Bhagavad Gita Hindu; Encyclopedia of Reptiles and Amphibians 1986, p.4; Early Greek Philosophy, 1987, p.72; 1st Tablet of the Enama Elish; Joyce Puglia; The Origin of Life: A History of Ancient Greek Theories; Lucretius. On The Nature of Things. Libro V y fragmentos de las obras del filósofo griego Anaximandro). 
        De hecho, el filósofo griego, Anaximandro (611-547 a.C.) y el romano Lucrecio (99-55 a.C.) acuñaron un concepto similar al mito de la evolución diciendo que todas las cosas vivas se encuentran relacionadas y que ellas cambiaron en el transcurso del tiempo mientras que otro filósofo griego, Aristóteles, también desarrolló su Scala Naturae, o Escala de la naturaleza, para explicar su concepto del avance de las cosas vivientes desde lo inanimado a las plantas, luego a los animales y finalmente al hombre a quien describió como un animal racional. Así lo evidencian sus numerosos escritos sobre historia natural. El filósofo griego Plutarco confirma esto al decir que el filósofo presocrático y estudiante de Tales de Mileto, Anaximandro, hasta enseñaba que un ser vivo podía transformarse en otro tipo de ser vivo diferente de manera lenta y gradual como de peces a humanos (Plutarco, Simposiacos, L viii, P. viii).
        Como dice también el Dr. David Mentón, quien es un biólogo celular de la universidad de Brown y profesor emérito de la Washington University School, “La evolución …no comenzó con científicos que trabajaban en el campo o en el laboratorio. Los antiguos filósofos griegos fueron quizás los primeros en formular claramente un concepto materialista evolutivo de orígenes. Debe enfatizarse que estos filósofos griegos no eran científicos ni experimentadores; más bien especularon sobre el origen del universo.”(Dr. David Mentón, The Origino f Evolutionism It Didn’t Begin with Darwin, St. Louis MetroVoice 5, no.5, May 1995). Sin embargo, eso no es lo que científicamente observamos. Al contrario, siempre vemos que los peces reproducen peces, los reptiles reproducen reptiles, las aves reproducen aves y los humanos reproducen humanos. Nunca hemos visto que esto cambie.    
      Pero aun así este dios de los huecos era parte de la mitología griega y romana para explicar el origen de la vida y el universo y lo sigue siendo hoy. Esto fue admitido por el mismo naturalista Erasmo Darwin (1731-1802) quien fue el primero en introducir este viejo concepto filosófico y religioso en el campo científico y luego su nieto, Carlos Darwin lo popularizó disfrazándola de “ciencia”. Ambos eran aficionados a las ideas filosóficas de los griegos de la evolución orgánica y así lo admitió también el evolucionista Huxley conocido como “El Bulldog de Darwin”. Todo esto demuestra que no hay nada nuevo debajo del sol (Eclesiastés 1:9 y 2 Timoteo 4:4).
           Sin embargo, estas tradiciones filosóficas de los griegos y romanos sobre los orígenes del mundo son totalmente contrario a la Biblia (fundamento de la fe cristiana). Para empezar, la hipótesis del filósofo griego Aristóteles sobre el origen de la vida llamada generación espontánea (Johannes Muller, Tratado de fisiología, Volúmenes 1-2, 1846, p.22) fue probado falso por los mismos científicos cristianos tales como el famoso biólogo y químico Louis Pasteur (1860), Redi (1688), Spallanzani (1780) y Virchow (1858) quienes a su vez propusieron la Ley de la Biogénesis la cual establece, que la vida surge solamente de vida preexistente. Esta ley científica, la cual se puede demostrar con el método científico y que es tan cierta como la ley de la gravedad, claramente excluye la creencia de que una materia no viviente pueda tener vida. Eso incluye la llamada y ya refutada “generación espontánea” de Aristóteles. Después de todo, la abiogénesis no solo viola por completo la Ley Básica de Biología o la Ley de la Biogénesis, sino que los experimentos que muchos evolucionistas citan para explican el origen de la vida como la de los químicos Stanley Miller y Urey, lejos de probar la abiogénesis lo que ha demostrado, ha sido todo lo contrario, pues estos mismos científicos evolucionistas concluyeron que el experimento que llevaron a cabo no se puede usar como un método explicativo para el origen de la vida y que no tiene validez en el mundo científico actual.
      Como dice el mismo científico evolucionista, Urey, “Todos los que estudiamos el origen de la vida encontramos que mientras más investigamos, más nos sentimos que la vida es demasiado compleja como para haberse producido por evolución en cualquier parte. Todos creemos como un artículo de fe que la vida evolucionó de materia muerta en este planeta. Simplemente su complejidad es tan grande, que es difícil para nosotros imaginarlo” (Bird, W. R. The Origin of Species Revisited . Nashville: Thomas Nelson, 1991. p. 325). Por tanto, esta idea de la filosofía griega no solo contradice el cristianismo sino que queda refutada tanto científicamente como apologéticamente pues si La ley de la Biogénesis establece que toda vida proviene de vida prexistente como científicamente observamos todos los días de nuestra vida entonces ¿de dónde vino la primera vida? La primera vida no pudo haber venido de materia muerta (el gran científico Louis Pasteur y otros demostraron que eso es operacionalmente imposible) sino del eterno Dios viviente ya que si no fuera eterno terminaríamos en un pasado infinito. Por tanto, es más razonable pensar que Aquel que es vida creó la vida (Juan 1:3-4).   
            La escala de la naturaleza (evolución orgánica) de Aristóteles tampoco es compatible con las Escrituras pues en ninguna parte de Génesis dice que Adán y Eva (primeros seres humanos) evolucionaron de animales, sino que antes de la Caída ambos fueron creados rectos, sin pecado, inmortales y que el primer hombre fue hecho del polvo de la tierra y Eva de su costado (Génesis 1:31; 2:7; Eclesiastés 7:29; Romanos 5:12 y 1 Corintios 15:20-22). Además, Dios mismo dice repetidas veces que todo se reproduce “según su género” (no según otro género) lo cual es lo que científicamente observamos (Génesis 1:24-31 y 1 Corintios 15:39). Esto es opuesto a la teoría naturalista de la evolución griega la cual tampoco es compatible con la verdadera ciencia pues hay límites en la genética y las similitudes entre animales y humanos solo son prueba de diseño común, no ancestro común. Después de todo, el tiempo no es una varita mágica para convertir microbios en microbiólogos ni peces en filósofos ni ranas en príncipes. 
             La mitología griega de la creación no solo contradice la Biblia sino también la historia judeocristiana pues los antiguos judíos nunca aceptaron este viejo mito de los filósofos griegos y de los demás paganos. Al contrario, se debe recordar que el Antiguo Testamento vino y fue escrito en el idioma de los judíos quienes nunca interpretaron o entendieron Génesis 1-11 como mitos o fábulas sino como historia literal y verdadera. Así lo demuestra la tradición judía en los escritos del Segundo Templo las cuales incluyen El Libro de Tobit (250-175 a.C.), el Libro de Sabiduría de Salomón 1:13-15; 2:23-24 y el Libro de Eclesiástico o Eclesiástico 17:1-5 y 33:10 (195-175 a.C.) las cuales se encuentran también en la Vulgata Latina de Jerónimo. Lo mismo informa el reconocido historiador judío-romano del siglo 1, Flavio Josefo (Jerusalén, c. 37-Roma, c. 100) al principio de los 15 libros de sus Antigüedades judías. Esto también se puede ver en el calendario hebreo y otras obras antiguas de los judíos. En Hechos 17 nos muestra que hasta el apóstol Pablo tuvo que enfrentarse en Atenas con hombres que ya creían en filosofía epicúrea y estoica y, quienes se dedicaban a explicar el mundo de manera naturalista y evolucionaria (Vea Lucretius (98 a.C), Acerca de la Naturaleza de las Cosas, “On The Nature Of Things”). 
       No olvidemos que la iglesia primitiva empezó y vivió en un tiempo donde muchos de los paganos intelectuales preferían la literatura neoplatónica y gnóstica las cuales proveían una filosofía más espiritual que las obras populares greco romanas y politeístas representadas en la Ilíada, La Odisea y Eneida. Tales paganos también preferían una cosmología eterna o casi eterna del universo (tierra vieja) lo cual era algo común en la religión y filosofía del mundo antiguo (Jan. N. Bremmer, Canonical and Alternative Creation Myths in Ancient Greece”, in Creation of Heaven and Earth, 73-90). Por eso vemos a la gran mayoría de los Padres de la Iglesia y sus Primeros Apologistas levantaron papel y tinta para argumentar contra tales creencias de la filosofía griega sobre los orígenes del mundo (Hipólito de Roma, La Refutación de todas las herejías (Refutatio Omnium Haeresium ), también llamado el Elenchus o Philosophumena, 10:2; Basilio el Grande de Cesarea, Hexaemeron, 1:2 y en la obra teológica del filósofo cristiano romano, Lactancio llamada Institutiones Divinae 7:14).   
          Los teólogos de Antioquia por ejemplo como el obispo Diodoro de Tarso (murió en 390), el obispo Teodoro de Mopsuestia (350-428) y Teodoreto de Ciro (393-457) entendían que una interpretación (figurativa) no descartaba la otra (literal) sobre la creación de Adán y Eva en Génesis 2.  En sus comentarios sobre Génesis del gran predicador de Antioquia y Constantinopla, Juan Crisóstomo (347-407) también se puede ver que fue consistente con la interpretación tradicional de la escuela de Antioquía. Sus Homilías en Génesis muestran la creación del hombre de manera especial e inmediata y que lee Génesis 2 literalmente mientras se mantiene en contra del error del antropomorfismo (idea de que Dios tiene forma humana).   
              Muchos teólogos del Este como Basilio el Grande de Cesárea (329-379) también interpretaron Génesis 1 y 2 literalmente. Basilio en su Hexaemeron afirma estar familiarizado con las leyes de la alegoría y critica a los alegoristas de no admitir el sentido común de las Escrituras. Concluye su gran obra diciendo que el hombre fue creado del polvo en el día sexto y equiparando “tarde y la mañana” con un día normal de 24 horas. Basilio de Cesárea llamado también Basilio el Magno (AD 329-379) también declaró, “Hubo una tarde, una mañana, un día.” ¿Por qué dijo “un día” y no “el primer día”? Dijo “uno” porque definía la medida de un día y una noche… dado que las 24 horas llenan el intervalo de un día. (Basilio de Cesárea, Hexameron 2,8). 
            Otro ejemplo lo vemos en 1 Clemente (90-100) en donde se provee una corta exposición de los aspectos de Génesis 1 y 2, dando ninguna indicación de trato alegórico en la descripción de la obra de creación de Dios, incluyendo la creación del hombre (Clemente 1, en los Padres Apostólicos, 88-89). No solo eso, Clemente también dijo, “De Adán hasta el Diluvio van 2148 años y cuatro días… La tierra proviene de las aguas; y antes de los seis días de la formación de todo lo que fue hecho, el Espíritu de Dios se movía sobre las aguas.” (San Clemente de Alejandría Lecturas de Catequesis 3,5).
        Justino Mártir (100-165) en su Diálogo con Trifón es más extensivo en sus reflexiones en la creación de Adán y Eva presentándolo con una obra especial y sobrenaturalmente inmediata (Justino Mártir, Diálogo con Trifón, en Padres Ante nicenos 1:228,241). Efrén de Siria también afirmó que “Nadie debe pensar que la Creación de seis días es una alegoría; así mismo no es permisible decir que lo que parece haber sido creado en seis días fue creado en un solo instante, y que algunos nombres presentados en este relato carecen de sentido o significan otra cosa. Al contrario, debemos saber que, igual que el Cielo y la Tierra que fueron creados en el principio son realmente el Cielo y la Tierra, y no otra cosa bajo tales nombres; así todo lo que se menciona que fue creado y llamado al orden tras la creación del Cielo y la Tierra, no son nombres vacíos, sino la misma esencia de dichos nombres.” (San Efrén de Siria, Comentario sobre Génesis).
            En Antioquía, había un gran teólogo y uno de los primeros apologistas cristianos llamado Teófilo (murió alrededor del año 183 al 185). De acuerdo con Eusebio, fue un obispo en Antioquía en 169 a.C, entrenado en la literatura griega y convertido al cristianismo en su edad adulta. Según algunos historiadores, fue ejemplo a otros padres. Teófilo escribió extensivamente sobre la creación en el segundo libro de su Apología en donde se refiere a Autólico, un idolatra y burlador de los cristianos, y argumentó contra algunos conceptos de los orígenes de la filosofía griega, afirmando que Dios creó todo en seis días en el tiempo y el orden que se establece en Génesis 1. También afirmaba que Adán sí fue creado del polvo en el día sexto (Teófilo a Autólico, Libro II, 2:101, 102).
        Con respecto a la visión griega de los orígenes, escribió, “Algunos estoicos niegan absolutamente la existencia de Dios…Otros dicen que todo ocurre espontáneamente, que el universo no fue creado y que la naturaleza es eterna…que Dios es simplemente la conciencia individual. Platón y sus seguidores dicen que la materia es tan antigua como Dios. Pero si Dios es eterno y la materia es eterna, entonces de acuerdo con los platonistas Dios no es el Creador del universo.” Teófilo concluye diciendo, “…El mundo no es eterno ni existe producción espontánea de todo, como Pitágoras y otros han balbuceado; por el contrario, el mundo es creado y providencialmente gobernado por Dios que creó todo. Y todo el período de tiempo y los años pueden ser demostrados a aquellos que desean aprender la verdad…El número total de años desde la Creación del mundo es de 5,698.” (Teófilo de Antioquía, Teófilo 3,28). 
             Ireneo de Lyon (115-202), en su Contra las herejías, diciendo que “el unigénito hijo del único Dios, quien…fue hecho carne por el bien del hombre…carne es aquello que fue formado para Adán por Dios fuera del polvo” (Ireneo, Contra las herejías, en Padres Ante nicenos, 1:329). También dijo que, «En cuantos días fue hecho el mundo, en otros tantos milenios será consumado. Por eso dice el Génesis: “Concluyéronse, pues, los cielos y la tierra y todo su mobiliario, y consumó Dios en el día sexto todas las obras suyas que había hecho, y descansó el día séptimo de todas las obras que hizo” (Gen 2, 1-2). Esto es a la vez narración de lo pasado y profecía de lo porvenir. Si, pues, “un día de Dios es como mil años” (Ps 89, 4), y en seis días consumó la creación, manifiesto es que en seis milenios consumará la historia» (San Ireneo, Adv. hær. V, 28, 3). Al igual que su contemporáneo africano, Orígenes, Tertuliano (160-225) también se enfrentó a los retos contemporáneos para el cristianismo hechos por los filósofos griegos naturalistas diciendo que “Dios hizo el hombre del polvo de la tierra y sopló aliento de vida en sus narices y el hombre se convirtió en alma viviente.” (Tertuliano, “Contra Hermógenes”, 3:490, 492, 495).
          Mientras que Hipólito de Roma (170-235) usaba lectura alegórica para el Cantar de los Cantares de Salomón seguía una lectura literal del texto como una narrativa histórica en sus comentarios exegético en Genesis afirmando también que en Genesis 2:7 la manera que fue hecho Adán (Hipólito de Roma, Fragmentos de los Comentarios en Ante nicenos, 5:163, 168). Hipólito también declaró que, “Y 6,000 deben de necesidad cumplirse, en orden a que el Sabbath pueda venir, el descanso, el día santo “en el cual Dios descansó de todas Sus obras”. Pues el Sabbath es el tipo y emblema del futuro reino de los santos, cuando ellos “reinarán con Cristo”, cuando Él venga desde los cielos, como dice Juan en su Apocalipsis: Pues “un día con el Señor son unos mil años”. Puesto que, entonces, en seis días Dios hizo todas las cosas, se sigue de el que 6,000 años deben cumplirse.” (Hipólito de Roma, Sobre el Hexámeron).
           Los demás padres de la iglesia como Ambrosio de Milán (DC 339-397) también pensaban lo mismo pues dijo: “La Escritura estableció una ley que 24 horas, incluyendo día y noche, debe ser llamado “día”… En el principio Dios creó el Cielo y la Tierra. El tiempo procede de este mundo, no es anterior al mundo, y un día es una división de tiempo, no su origen.” (Ambrosio, Hexaemeron, Homily 2.8). Mientras que Gregorio de Nisa dijo, “Antes de empezar, doy fe de que no hay nada contradictorio en lo que escribió Basilio el santo sobre la Creación del mundo, y que ninguna explicación adicional es necesaria.” (Gregorio de Nisa, Hexaemeron 44,68)
          Alguno dirá, “¿pero y que hay de Orígenes y Agustín de Hipona? ¿No interpretaron ellos la creación de manera diferente y parecida a la de los filósofos griegos?” Es cierto que Agustín de Hipona y Orígenes (incluyendo el filósofo judío, Filón de Alejandría y quizás Clemente) sostenían que el sentido interpretativo de la mayor parte de Génesis 1-2 (no del Génesis 1-11) era figurado y posiblemente porque estaban muy influenciados por la filosofía griega, alejandrina y la hermenéutica origenista las cuales trataron de armonizar o mezclar con las Escrituras. Es interesante ver que muchos cristianos modernistas tratan de hacer lo mismo con la evolución y la Biblia lo cual demuestra que no hay nada nuevo debajo del sol (Eclesiastés 1:9). Sin embargo, tales personas no representan la iglesia en general y la gran mayoría de los padres de la iglesia y otros teólogos antiguos interpretaban Génesis 1 y 2 literalmente. Además, tales interpretaciones de Orígenes y Agustín tampoco significan que eran evolucionistas o creacionistas progresivos. Al contrario, sus escritos muestran que aun así creían que el primer hombre (Adán) fue creado del polvo, Eva de su costado y que la tierra solo tiene miles y no millones de años lo cual haría imposible de la evolución humana.
           Orígenes por ejemplo leyó algunas partes de Génesis 1 y 2 como una alegoría o simbólico, pero admitió que “El relato mosaico de la Creación nos enseña que el mundo aún no tiene 10,000 años, sino muchos menos.” (Orígenes, Contra Celso 1,19). Mientras que el teólogo y filósofo cristiano, Agustín de Hipona, también afirmó en sus últimas grandes obras afirma que “Son engañados… por documentos mendaces que pretenden contar la historia de muchos miles de años, mientras que según las Sagradas Escrituras encontramos que no más de 6000 años han pasado.” (Agustín de Hipona, La Ciudad de Dios 12,10). De hecho, hubo hasta un tiempo en que Agustín creyó que el mundo fue hecho en un instante lo cual es una edad más joven de lo que sostienen los creacionistas de Tierra Joven y por ende haría más improbable el mito de la evolución (Susan E. Schreiner, “Creation and Providence,” in The Calvin Handbook, ed. Herman J. Selderhuis, Grand Rapids, MI: Eerdmans, 2009, p.270).
        No solo eso, tanto Orígenes como Agustín tampoco negaban que la creación del mundo material fue creada de manera ex nihilo y que ocurrió durante un periodo de tiempo de seis días literales. Ambos también creían en el pecado original y que Adán fue materialmente creado del polvo y que Eva fue creada materialmente de su costilla y esto a pesar de que interpretaban algunas partes de Génesis 1-2 figurativamente (Orígenes, Homilías sobre Génesis y Éxodo y Contra Celso, 20, 213; Agustín de Hipona, “El Significado Literal de Génesis”, 76-77, 131, 237, Las Retractaciones de Agustín y vea también la consideración de Tomás de Aquino sobre los pensamientos de Agustín de Hipona en “La Producción del Cuerpo del Primer Hombre” en su Suma Teológica (Summa Theologiae 4:266). 
          Esto demuestra que el hecho de que algún padre de la iglesia haya interpretado erróneamente los días de la creación en lenguaje figurativo eso NO significa que creían en la macroevolución ni que la Tierra tenía miles de millones de años como creían muchos filósofos griegos (falacia non sequitur). Por tanto, aunque parece ser que hubo una interpretación divergente entre los padres de la iglesia con respecto a los días de la creación, tanto los antiguos judíos, los escritores de La Patrística y los fundadores de la Reforma Protestantes mantuvieron un punto de vista de unidad unánime sobre la edad de la tierra joven y la creación especial de Adán y Eva. Lo mismo se puede decir de la época medieval donde los historiadores y teólogos cristianos como Beda el Venerable, Anselmo de Canterbury, Tomás de Aquino y luego con la Reforma Protestante con Martin Lutero, Juan Calvino, William Tyndale, Erasmo de Róterdam, Casiodoro de Reina, entre muchos otros.  
El Origen del Alma   
               En la teología cristiana el origen del alma es debatido mayormente entre creacionismo y traducianismo (las almas no son creadas sino que son transmitidas de padres a hijos a través de un proceso de generación). Desde un punto de vista histórico los principales teólogos de esta corriente fueron Apolinar y Tertuliano, ambos pertenecientes al cristianismo primitivo que tuvo lugar en los primeros siglos de la era cristiana. El creacionismo defendido por el filósofo cristiano Tomás de Aquino por ejemplo afirma que todo lo que existe, incluida el alma humana, es una creación de Dios. Así, el alma no es algo preexistente, tal y como sostenía filósofos griegos como Platón, sino que Dios la ha creado ex nihilo, es decir, de la nada. En cambio, solo vemos a Orígenes (quien estuvo muy influenciado por la filosofía griega de Platón) de Alejandría, Egipto defendiendo la enseñanza de la preexistencia de las almas la cual fue rechazada por la Iglesia. De hecho, Jerónimo lo consideró un hereje y hasta en 543, el emperador Justiniano I también lo condenó como hereje. El Segundo Concilio de Constantinopla de 553 puede haber anatematizado a Orígenes, o puede haber condenado solo ciertas enseñanzas heréticas que afirmaban derivar de Orígenes incluyendo su teoría de la preexistencia del alma. 
La Naturaleza del Cuerpo y el Destino del Alma   
             El gnosticismo fue condenado como herética por los primeros cristianos durante los tres primeros siglos pues estaba influenciada por filósofos tales como Platón (quien sostenía que el cuerpo es la cárcel del alma) la cual se basaba en la idea de que la materia es inherentemente mala y el espíritu es bueno. Por eso, muchos paganos quemaban los cadáveres o los enterraba, pero no porque creían en la resurrección como los cristianos (Vea Hechos 17:32 y 1ra Corintios 15:12, 35-36) sino para ser separados de sus cuerpos los cuales consideraban malos o una cárcel para el alma y así comunicarse entre muertos y vivos. Sin embargo, los enterramientos griegos habían cambiado sustancialmente con la caída del mundo micénico pues si anteriormente la norma había sido la inhumación colectiva (enterramiento), a partir del 1200-1000 a.C. se difundieron la incineración y las tumbas individuales. Es sintomático que, en los tiempos anteriores a Hesíodo y de los primeros filósofos presocráticos y como se ilustra en los poemas homéricos, todas las referencias a ritos funerarios de la antigua Grecia implicaran la incineración de los cuerpos. Aun así, a partir de la época arcaica se reintrodujo minoritariamente la inhumación. De todas formas, la práctica de incineración de los cuerpos era pecado en la religión judía pues quemar era una señal de maldición y de ira divina (Amos 2:1; Génesis 38:24, Éxodo 32:20; Levítico 10:1-2; 20:14 y 21:09; Deuteronomio 7:25; Números 16:35; 2 Reyes 10:26; Apocalipsis 20:15).    
           Tanto para los antiguos judíos y los primeros cristianos, el cuerpo de un creyente no es malo o una cárcel sino santo y el templo del Espíritu de Dios. “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” (1 Corintios 6:19-20). Aun después de muertos, nuestro cuerpo le pertenece a Dios (Romanos 14:8). Por eso tanto judíos como cristianos demostraron un interés diferente a los griegos y otros paganos en la conservación respetuosa de los cuerpos de sus difuntos porque creían que algún día seria levantado y transformado (Génesis 50:24-26; Éxodo 13:19; Josué 24:32; Job 19:25-27; Juan 5:29 y Hebreos 11:22). ¿Y qué diríamos del Señor Jesucristo, el cual había de recibir una sepultura indigna, pero fue con los ricos su sepulcro, tratado con esmero y respeto reverente? (Isaías 53:9 y Juan 19:38-42).    
           Por tanto, a diferencia de los griegos, los cristianos siempre han enterrado al difunto porque creen que el cuerpo duerme en el sepulcro hasta que Dios lo reúne con el alma en la resurrección y no para poder comunicarse con ellos después de muertos. Al contrario, la comunicación con los muertos es estrictamente condenada en las Escrituras (Levítico 19:26 y Deuteronomio 18:10-12). Los antiguos griegos también creían que había un inframundo donde las almas eran purificadas temporalmente. Así lo cuentan los antiguos griegos como Sócrates y Platón en su obra La República. Sin embargo, todo esto es contrario a las Sagradas Escrituras las cuales enseñan que solamente existe el Cielo y el Infierno y que después de la muerte no hay una segunda oportunidad porque solamente a través de la fe en la obra terminada y consumida en la cruz de Cristo y mientras estamos con vida (Lucas 16:19-31; 2 Corintios 6:2; Hebreos 9:27 y 10:4). 
          Pero no solo eso, para los griegos era un deber ineludible enterrar a los muertos, ya que las almas de los que no recibían sepultura ni rito funerario alguno estaba condenado según los griegos a vagar eternamente (fantasmas) y a perseguir a sus parientes por haber descuidado el cumplimiento de los preceptos religiosos con los difuntos. Esto también difiere con el cristianismo pues en la muerte, no solamente los salvos tienen su lugar especial sino también los perdidos tienen un lugar especial, definido, y que no hay lugar para los espíritus errantes (Lucas 16:19-31 y 2 Corintios 5:1-8). Según estos versículos, no hay lugar para los espíritus vagabundos. Por consiguiente, les resulta imposible dirigir mensajes a los vivos o comunicarse con ellos (Job 7:9,10; 14:12).           
“La Muerte y Resurrección de Cristo es copia de uno de los dioses paganos como la de los griegos.”
        No existe evidencia de que Dionisio, ni Buda, o Atis y muchos otros resucitaron de la muerte. Por tanto, aunque estas eran religiones precristianas no hablan de una resurrección corporal como el de Jesucristo. La más temprana de la supuesta resurrección de Adonis viene del siglo segundo y las demás son del siglo 4. De hecho, como dice Gary Habermas, “No hay datos ni dibujos en la arquitectura de dichas religiones antiguas que muestran una resurrección física de estos dioses mitológicos antes del siglo 2. Mientras que los expertos (cristianos y no cristianos) ponen la epístola del apóstol Pablo en 55 D.C. De hecho, algunos de esos expertos creen que los evangelios fueron escritos en el 38 D.C. Además, la tumba vacía, los testigos de la resurrección de Cristo y la transformación de sus discípulos quienes estuvieron dispuestos a morir por esa gran verdad también demuestran que la resurrección de Cristo no fue una copia sino una realidad histórica.” (Gary Habermas, Ph, D, profesor de teología y filosofía, autor del libro “El Caso de la Resurrección de Cristo”).
       Todo esto es completamente diferente a las creencias antiguas de los mismos paganos. Tan diferente que cuando el apóstol Pablo presenta su argumento a favor de la resurrección de Cristo frente de los paganos en Atenas ellos no entendían lo que predicaba. Al final, la mayoría de ellos rechazaron su mensaje de Pablo principalmente porque la resurrección corporal les pareció algo extraño, nuevo e inaceptable (Hechos 17:16-33). Si sus dioses hubieran tenido la misma historia es obvio que no hubiese sido algo nuevo para ellos. 
         No solo eso, la idea de que Jesucristo, el fundador del cristianismo haya muerto de una manera tan horrible y humillante en la cruz ya era motivo de rechazo para los paganos como los griegos ya que lo veían como señal de un dios débil y derrotado. De hecho, hasta la arqueología muestra que los paganos se burlaban de este concepto cristiano. Por tanto, la idea de que la iglesia primitiva fue influenciada o que basaron la resurrección de Cristo en mitos paganos como la de los griegos no es plausible pues no hay una conexión causal entre ambos y porque tanto judíos como cristianos tenían conocimiento de esos mitos y los encontraban detestables (Lea La Patrística). 
El uso de imágenes como adoración y para representación de los Dioses 
          En la antigua Grecia era muy común usar estatuas de dioses como adoración y representación divina. En cambio, el segundo mandamiento de Dios dice “No harás imagen para ti, ni le honraras ni te inclinaras a ella” (Éxodo 20). En otras palabras, el Dios cristiano solo quiere que le adoremos en espíritu y en verdad y sin la ayuda de ningún objeto visual porque sin fe es imposible agradarle. El “No te harás imagen…no te inclinaras a ellas, ni las honrarás”. Estos dos versículos deben ser considerados juntos. No son una prohibición de modelar estatuas, sino de hacerlas para el culto. Alguno dirá “¿pero acaso la Iglesia Católica no afirma que sus imágenes solo son una representación de Jesús, María, los santos y los ángeles? ¡En otras palabras, los cristianos hacen uso pleno de las mismas e igual formaque en la antigua Grecia y Roma con sus dioses!” Eso es cierto, pero es falaz generalizar pues no todo cristiano está de acuerdo con esa práctica idolatra de los católicos romanos.     
         De hecho, cuando Pablo y Bernabé hicieron milagros en Galacia, los lugareños dijeron: "dioses con forma humana han DESCENDIDO a nosotros" ¿Por qué dijeron DESCENDIDO? Simple, porque ellos creían que sus dioses estaban ARRIBA, en el cielo. Por eso dijeron DESCENDIERON, y que las imágenes que ellos usaban solo les representaban, tal y como creen los católicos. Así que ellos, con su "representación" no hacen sino LO MISMO que los paganos, a los cuales Pablo les respondió: "Dios ha pasado por alto los tiempos de esa IGNORANCIA, y AHORA manda que TODOS los hombres se ARREPIENTAN", o sea que dejen de pensar que a Dios lo pueden representar. El punto es que Dios NO quiere que imitemos las prácticas y creencias del mundo pagano lo cual incluye la de los griegos. “Cuando Jehová tu Dios haya destruido delante de ti las naciones adonde tú vas para poseerlas, y las heredes, y habites en su tierra, guárdate que no tropieces yendo en pos de ellas, después que sean destruidas delante de ti; no preguntes acerca de sus dioses, diciendo: De la manera que servían aquellas naciones a sus dioses, yo también les serviré. No harás así a Jehová tu Dios; porque toda cosa abominable que Jehová aborrece hizo ellos a sus dioses;” (Deuteronomio 12:29-32).  
El lugar del Hombre y la Mujer   
                 Los hombres en los mitos paganos incluyendo en la de los griegos fueron creados para ser esclavos de los dioses mientras que en Génesis 1 el hombre fue creado a imagen de Dios para dominar Su creación (Génesis 1:26-28). Con referente al tiempo, Génesis habla de la creación haciendo uso de las palabras “en el principio” y “días” lo cual es contrario a los mitos pues hablan más sobre estaciones (Abner Chou, Genesis – The Original Myth Buster, April 1, 2013). Además, en tales mitos el mundo fue hecho de manera imperfecta mientras que en Génesis 1 cuando Dios terminó Su creación la declaró “bueno en gran manera” (v. 31).  De hecho, a mucha gente le parece extraño que Génesis 1 no mencione al sol y la luna por su nombre propio y como hacen los mitos paganos (Génesis 1:17). Sin embargo, hay una razón para esto. Dios quería dejarle saber a Su audiencia que habrán escuchado que son dioses pero que no debemos adorarlos ni temerles (Deuteronomio 4:19).  
         La idea de la inferioridad de la mujer no proviene del cristianismo, sino que se remonta a los griegos, y no a cualquiera, sino a los máximos representantes de la filosofía clásica como Platón y Aristóteles, quienes consideraban a las mujeres defectuosas e inferiores por naturaleza. En cambio, el cristianismo manda al hombre a amar, cuidar y proteger a su esposa. (Vea (Efesios 5:23-28; 1 Pedro 3:7; 1 Corintios 7:3-4; Colosenses 3:19 y 1 Tesalonicenses 4:4). El que en una iglesia local y en la familia, el hombre y la mujer tengan diferentes funciones y roles no significa que uno sea inferior al otro. Al contrario, el mismo Pablo declara, “Ya no hay judío ni griego (desigualdad étnica); no hay esclavo ni libre (desigualdad social); no hay varón ni mujer (desigualdad de géneros); porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.” (Gálatas 3:28).
        De hecho, históricamente en la época de Jesús, los apóstoles y los primeros filósofos cristianos la misoginia era común en todas partes. Tanto en la cultura griega y romana, la mujer era considerada como un ser inferior y con estatus social bajo. Sin embargo, el gran número de mujeres que se convirtieron al cristianismo durante los primeros siglos de la iglesia primitiva indica que las mujeres fueron atraídas a este nuevo y radical estilo de vida religiosa (Henry Chadwick, The Early Church, Penguin, 58-59). Solo la Iglesia hizo la diferencia al liberar a la mujer y promover la igualdad de géneros.
        Tomás de Aquino por ejemplo en su Suma Teológica y constatando una teoría científica errada de su época repudia una conclusión biológica elemental de los griegos que discriminaba a la mujer diciendo que no tenía aplicación ante los ojos de Dios, cuando afirma: “Pero si consideramos a la mujer en relación con toda la naturaleza, no es algo ocasional, sino algo establecido por la naturaleza para la generación. La intención de toda la naturaleza depende de Dios, Autor de esta, quien al producirla no sólo produjo al hombre, sino también a la mujer.” poniendo a hombre y mujer en pie de igualdad, a pesar de la opinión de los científicos de su tiempo. Tomás también dijo que el sexo femenino no debería ser despreciado ya que Jesús tomó su carne de una mujer y que ambos son iguales antes los ojos de Dios (Summa contra Gentiles III: 124: [4]). 

               De hecho, Tomás usa la idea de igualdad en una relación marital en contra de la poligamia y a favor de un amor incondicional entre marido y mujer. Sin olvidar que fue Tomás de Aquino el que dijo que, “La mujer no salió de los pies para ser pisoteada, ni de la cabeza para ser superior sino del lado para ser igual, debajo del brazo para ser protegida y al lado del corazón para ser amada”. Por tanto, a diferencia de los filósofos griegos, la mujer es tan especial y sagrada para el Dios de la Biblia, que Cristo murió también por ella para salvarla (Romanos 5:8). Quizás todo esto explica por qué las mujeres ocupan la mayoría de la membresía de una iglesia local y prefieren más el cristianismo que el feminismo, ateísmo o el paganismo.    
          Es cierto que hubo un tiempo en que la cultura grecolatina (excepto algunos filósofos naturalistas) siempre creyeron que en la creación original el hombre fue hecho en cierto “estado de perfección” pero que fue decayendo de lo perfecto a lo imperfecto, de lo superior a lo inferior y de lo más grande a lo más pequeño. A esto también lo llamaban etapas y edades como la edad de oro, la de plata, la de bronce y por último la de hierro. Basta con recordar el ciclo Troyano del gran Homero o la Teogonía de Hesíodo, o la misma Eneida del inmortal poeta Virgilio en su IV Égloga. Hasta el famoso Platón, en su diálogo inconcluso acerca de La Atlántida, habló de una creación inicial en perfección y el Gran Diluvio que sobrevino por la desobediencia primera. Por tanto, al igual que la cosmovisión griega y la cosmovisión judeocristiana era que el hombre no solo no venía de un origen simiesco, sino que a medida que se iba yendo hacia atrás en la historia era superior a los hombres modernos y “más hombre” (no medio hombre) por su cercanía con la divinidad creadora. Sin embargo, los griegos fueron abandonando esta idea a través del tiempo.
              Pero aun con estas similitudes (como el caso del diluvio universal) eso tampoco demostraría que la religión judeocristiana es una copia de otras religiones antiguas o relatos mitológicos. Al contrario, solo demostraría que tales eventos sobrenaturales de Génesis realmente ocurrieron y que fueron contado por generación en generación. Solo que la verdadera historia se encuentra en la Biblia al ser la Palabra escrita de Dios quien no miente ni se contradice. Después de todo, la verdad no es griega, ni hebrea, ni romana, ni latina sino que “toda verdad, sea quien fuese el que la predique, viene de Dios” (San Ambrosio de Miláno) o como también diría el filósofo cristiano, Agustín de Hipona, “Toda verdad es verdad de Dios” pues Dios es la Verdad suprema y final de toda verdad en cuanto a verdad (ipsa Veritas Deus est). El hombre no es la verdad. Si lo fuera no andaría buscándola. Nadie busca lo que él mismo es, sino que Dios funda la verdad inmutable, superior y perfecto en nosotros (Tomás de Aquino, De Veritate, q. 11, a.1).  Además, tales similitudes siguen siendo vagas y superficiales. Mientras que las diferencias son monumentales. Como dice el experto en religiones antiguas, el Dr. Truggue Mettinger, “Las personas que piensan que hubo mitos paganos paralelos son como los dinosaurios de hoy. Cuando miras estos supuestos paralelos resultan ser espurios y artificiales.”  Lo mismo se puede decir en cuanto a política, rituales y festividades religiosas.
         Hay tantas diferencias entre el cristianismo y la filosofía griega que eso explica el porque tantos de los primeros apologistas, padres de la iglesia y antiguos teólogos cristianos levantaron papel y tinta para argumentar contra tales mitologías paganas. Por ejemplo, el prolífico y padre de la teología latina, Tertuliano (160-220), teniendo una amplia cultura filosófica dijo, “Hubo un tiempo en que nosotros nos reíamos, como vosotros, de estas verdades. Nosotros salimos de vuestras filas. No se nace cristiano, se llega a ser cristiano.” (Tertuliano, Apologética, 18,14). Mientras que para Justino Mártir lo que la filosofía griega había buscado y hallado de una manera parcial e imperfecta, se encontraba de un modo completo y definitivo en la verdad cristiana. Por tanto, ¿Por qué querer ir atrás cuando ya tenemos toda la verdad en nuestras manos, la Biblia? Como dijo el apóstol Pedro, “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones” (2 Pedro 1:19). En otras palabras, no hay nada de malo con la filosofía siempre y cuando sea consistente con la Sagrada Escritura pues, así como hay falsa ciencia (o pseudociencia) también hay falsa filosofía (pseudofilosofía) (Santiago 3:15). Por eso Pablo nos advierte, “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.” (Colosenses 2:8).
         Hasta uno de los más grandes eruditos del Renacimiento nórdico que retradujo el Nuevo Testamento del texto griego original (Textus Receptus) para que el pueblo común tuviera más acceso a la Biblia, Erasmo de Róterdam, y como haciéndose eco de Tertuliano, se preguntaba: “¿Qué relación existe entre Cristo y Aristóteles? ¿Qué relación entre las sutilezas sofisticas y los misterios de la eterna sabiduría?” (Carta a Martín Dorpio, 19) y en su Enchiridion militis christiani (Manual del militante cristiano). Erasmo le dio más importancia al estudio de las Escrituras que la razonable lectura de los filósofos paganos y los clásicos maestros de la ética para una vida recta. También dijo que, la filosofía de “Aristóteles está tan en boga que casi no hay tiempo en las iglesias para hojear la sencillez del Evangelio o las Epístolas de Pablo.” (Elogio de la locura, 53). Lo mismo pensaba Lutero.  
           Tertuliano también dijo, “¿Qué es la filosofía? Se la define como amor y búsqueda de la sabiduría; luego si se la busca aún, señal es de que no se posee todavía” (Instituciones divinas, III, 3). En otras palabras, la verdadera sabiduría se encuentra en la Palabra de Dios pues, aunque el tema central de la Biblia es Jesucristo y la salvación del hombre no solo habla de teología e historia o poesía sino también de ciencia y filosofía (2 Timoteo 3:15-17 y 2 Pedro 1:3-4). Como afirmaba el gran científico y filósofo, Sir Issac Newton, “Consideramos las Escrituras de Dios, como la filosofía más sublime. Encuentro más marcas de autenticidad en la Biblia, que en cualquier otro libro profano.” Y si se trata de la búsqueda de la Verdad entonces como cristianos ya la poseemos a través de Jesucristo (Juan 14:6).
            Resumiendo, la filosofía griega no es literalmente la fuente, ni el origen ni una influencia significativa en las doctrinas espirituales del cristianismo. Pero al mismo tiempo el sistema con la cual los cristianos enseñaban discutía y entendían verdades bíblicas fueron afectados por la filosofía griega. Pablo tenía conocimiento de la filosofía griega la cual usó para evangelizar (Hechos 17:23-28), el Nuevo Testamento fue escrito en griego y sus escritores también usaron conceptos de la filosofía griega para explicar mejor sus ideas. Juan por ejemplo empleó la palabra “Logos” para relacionarlo a un ser divino, único y personal (Juan 1:1-4) lo cual demuestra que los métodos filosóficos griegos influyeron la manera que los primeros cristianos presentaban su fe, pero no lo que predicaban, ni el origen de su teología bíblica.

  • Evangelio

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