¿La elección incondicional y sus implicaciones fueron condenadas como herejía antes, durante y después de la Reforma protestante?
Para empezar los antiguos judíos no creían en una elección incondicional, excepto la secta de los esenios sino en uno corporativo. Los únicos que creían en una elección incondicional (monergismo) durante la época patrística pre-agustiniana eran los filósofos paganos como los estoicos y los gnósticos como los maniqueos quienes ya habían sido refutados por los Padres más antiguos de la Iglesia como Ireneo, Orígenes, Ignacio de Antioquia, Justino Mártir y por algunos de los contemporáneos de Agustín de Hipona tales como Jerónimo y Juan Crisóstomo hace más de 1,000 años atrás.
Luego tales creencias fueron condenadas unánimemente como herejía anatemizada a través de cánones, concilios y capítulos de sínodos como el de Arlés (473), en el II Concilio de Orange (529), en la Carta Institutio universalis (785), el Sínodo de Mainz (848) y el Sínodo de Quierzy (849 y 853) donde se condenó la doble predestinación del monje benedictino, Godescalco de Orbais (806-868), durante el siglo 9 quien fue el primero en decir que, “Cristo murió solo por los elegidos”, Tusey (860), y en la Carta Congratulamar vehementer (1053). Al igual que en el Concilio de Constanza (1414-1418) y en el Concilio de Trento (1545-1563) y en su canón 17 (de la Justificación). El filósofo humanista, filólogo y teólogo cristiano neerlandés, considerado como uno de los más grandes eruditos del Renacimiento nórdico, Erasmo de Róterdam, también confirmó que la negación del libre albedrío tenía su origen en el gnosticismo maniqueísta. "Desde la época de los apóstoles hasta el día de hoy, no ha habido ningún autor que haya descartado completamente el poder de la libertad de elección, con la excepción del maniqueísmo...” (ERASMUS, libre albedrío y salvación, reflexión, 2014, São Paulo. p. 73).
De hecho, no solo fue repudiada como una herejía por la misma iglesia católica romana de Agustín de Hipona sino también por cristianos como los Anabaptistas como el erudito Balthasar Hubmaier en su dos Tratados teológicos en el Libre Albedrio y Menno Simons, contemporáneo de Lutero, y en sus Confesiones como de Waterland (1577-1610). También fue rechazada por la Confesión de Fe Bautista de John Smyth (1609) y el pastor Bautista, Thomas Helwys (A Declaration of Faith of English People of Amsterdam, Holland, sec.5), por la Iglesia Ortodoxa en una reunión sinodal en Jerusalén a través de la Confesión de Dositeo a principios del siglo XVII. El calvinismo también fue criticado fuertemente por los hermanos John y Charles Wesley (responsables por el movimiento metodista) al igual que el rey anglicano de Inglaterra, James I, quien fue el que produjo la popular Biblia inglesa que lleva su nombre (King James). La expiación limitada ni siquiera fue sostenida por los primeros reformados como Martin Lutero, Juan Calvino, Felipe Melanchthon, Ulrich Zwinglio, Jacobo Arminio y otros. No fue hasta que Teodoro de Beza y John Owen lo desarrollaron para solucionar el problema de inconsistencia con el resto de los puntos del sistema calvinista. Otros famosos cristianos que también rechazaron el calvinismo fueron el filósofo cristiano, Gottfried Wilhelm Leibniz, C.S. Lewis, Gilbert Keith Chesterton y otros. Así que, si los calvinistas quieren hablar de herejías entonces primero tendrán que mirarse en el espejo. El problema es que no quieren tomar una cuchara de su propia medicina.