NOTICIACRISTIANA.COM.- La Navidad no es solo un día, sino doce, que van del 25 de diciembre al 5 de enero. Durante estos días, celebramos el nacimiento de Jesús y otros eventos importantes en el calendario litúrgico.
Estos días no solo son de alegría y celebración, sino también de reflexión sobre el martirio, el dolor y el sacrificio que acompañan la historia de la salvación. Estas son algunos eventos que se celebran dentro del mundo cristiano.
Muchos no los conocen, otros no creen que deban ser celebrados. Sin embargo, incluso dentro de todo esto se puede obtener un aprendizaje.
El 26 de diciembre también se celebra a Esteban, el primer mártir cristiano. Esteban fue apedreado por su fe poco después de Pentecostés. Su valentía y su fe en Dios lo convierten en un ejemplo para todos los cristianos.
Esteban es un gran polemista. Sabio y lleno del Espíritu Santo, se enzarza en disputas públicas con otros líderes y eruditos judíos. Enfurecidos por sus discursos, los falsos testigos provocan problemas con rumores y chismes, y el sumo sacerdote le pregunta a Esteban si lo que ellos dicen es cierto.
Su respuesta es un sermón que resulta ser el último. Cuando termina, la muchedumbre se enfurece. Lo sacan a empellones fuera de la ciudad y lo apedrean hasta matarlo.
Un joven llamado Saulo asiente con la cabeza en señal de aprobación tácita. Esteban es el primer mártir de Cristo, el protomártir y quien se convertiría en paradigma para todos los que vendrían después de él.
Para una lectura más profunda de la historia de Esteban: Hechos 6:8-10, Hechos 7:54-60, Hechos 8:1, Juan 13:1, Lucas 23:34, Lucas 23:46, Romanos 1:16, 2 Timoteo 1:10.
El 28 de diciembre se conoce como la rememoración de los inocente, los bebés de Belén asesinados por orden de Herodes en su intento de matar a Jesús.
Esta tragedia nos recuerda el precio que el mal cobra cuando se enfrenta a los buenos propósitos de Dios. También nos recuerda que, a pesar de la maldad en el mundo, Dios sigue amando y redimiendo a la humanidad.
La historia es sencilla: Cuando unos hombres de Oriente le dicen a Herodes lo del niño «nacido rey de los judíos», Herodes conspira para asesinar a Jesús antes de que pueda convertirse en una amenaza.
Enfurecido porque los Magos «se habían burlado de él» para ocultar la ubicación del bebé, Herodes ordena matar a «todos los niños menores de dos años en Belén y en sus alrededores».
Tras la intervención de un ángel, José escapa a Egipto con María y Jesús, pero el lamento de Raquel por sus hijos clama a Dios sin consuelo. Solo cuando Herodes muere, la sagrada familia regresa de Egipto y se instala en Nazaret, la ciudad natal de María y ahora del Mesías.
Podemos leer la historia más detallada en los pasajes bíblicos: Mateo 2:2, Mateo 2:16, Mateo 2:18, Lucas 1:26-27, Marcos 6:1, Juan 1:46, Juan 7:40-42, Éxodo 1:8-2:10, Génesis 30:22-24, Génesis 39:1-6, Génesis 12:7, Oseas 11:1.
El 1 de enero también se celebra la circuncisión de Jesús, que tuvo lugar ocho días después de su nacimiento.
Este evento es significativo porque marca la primera gota de sangre derramada por nuestro Salvador. La circuncisión de Jesús también anticipa el bautismo, que es nuestro segundo nacimiento a través de la unión con su muerte y resurrección.
Para los gentiles es algo extraño. Para los modernos, que relegan tales procedimientos a los pasillos estériles de hospitales y profesionales, es aún más extraño.
Dado que gran parte de la historia cristiana está lastrada por prejuicios latentes contra los judíos, es sorprendente que, enterrado en lo más profundo de la memoria de la Iglesia cristiana, nunca hayamos olvidado el significado de este día.
Se celebra el octavo día de Navidad porque el pacto de Dios con Abraham ordena la circuncisión de todo varón judío al octavo día de su nacimiento. Esto es precisamente lo que dice el Evangelio de Lucas: «Cuando se cumplieron los ocho días y fueron a circuncidarlo, lo llamaron Jesús, nombre que el ángel le había puesto antes de que fuera concebido».
Para entender más sobre la circuncisión en la Biblia, leer: Génesis 17:12, Lucas 2:21, Génesis 17:13-14, Juan 20:19-29, Gálatas 3:1-4:7, Juan 10:10, Romanos 6:9, Juan 3:5.
La Navidad es una celebración de la vida, el gozo y la salvación, pero también nos recuerda el martirio, el dolor y el sacrificio.
Al celebrar estos eventos, recordamos que Jesús nació para morir por nosotros y darnos vida eterna. La sangre de los mártires y los inocentes nos recuerda el costo de nuestra salvación y nos llama a vivir una vida de fe y testimonio.
La Navidad puede parecer muy lejana del Calvario, pero en realidad es más cercana de lo que pensamos. En el nacimiento de Jesús, la cruz ya está a la vista, ya sea para Dios (desde la eternidad), en las Escrituras (como narración) o para nosotros (que conocemos el final de la historia).
El Hijo de Dios nació para derramar su sangre por nosotros. Ya desde el vientre, este niño estaba destinado a llegar a la tumba de José de Arimatea. Las circunstancias de su nacimiento y los santos honrados durante este tiempo dan testimonio de esa solemne verdad.
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