Cuando Dios Hijo se encarnó y habitó entre nosotros, no estuvo indiferente al sufrimiento de los hombres. Es más, Él mismo ocasionó dolores muy humanos y en más de una ocasión rompió en llanto. Y aunque probablemente muchas veces más, la Biblia nos habla específicamente de 3 ocasiones en las que Jesús lloró.
«María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano. Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió, Y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve. Jesús lloró. Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba««. Juan 11, 23-36.
Este es sin duda uno de los pasajes más conmovedores de los Evangelios. Aquí nuestro Señor se conmovió profundamente por dos hechos: ver el sufrimiento de los amigos y familiares de Lázaro y ver a su amigo muerto. Con esto el Señor nos da un entendimiento que él no solo es consciente de tus sufrimientos, sino que los entiende muy bien. Es más ¡Jesús llora contigo! Y así como resucitó a Lázaro, Él tiene el poder de sacarte del agujero que tanto te hace sufrir.
«¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos, y tú no quisiste! ». Lucas 13, 14.
««Y cuando llegó cerca de la ciudad (Jerusalén), al verla, lloró sobre ella, Diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas las partes te estrecharán, y te derribarán a tierra, ya tus hijos dentro de ti, y no dejarán en piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación ». Lucas 19, 41-44.
La historia de Jesús no comienza con su nacimiento. Él es Dios y ha coexistido desde siempre con el Padre y el Espíritu Santo. Por eso sabía de todas las tradiciones de su pueblo Israel a pesar de todo el amor que Él había demostrado desde sus inicios. Esa tradición le dolía a Jesús y más aún porque sabía todas las consecuencias que sufrirían ese pueblo como consecuencia de sus actos. Pero ese sufrimiento y llanto de Jesús nos da una esperanza. A pesar de esas tradiciones, Jesús estuvo dispuesto a morir también por ese pueblo.
Dios te ama tanto como Israel y siempre estará dispuesto a hacer todo para que encuentres consuelo.
««Y Cristo, en los días de su carne, puede pedir ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que pueda librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen ». Hebreos 5, 7-9.
Jesús, al ser Dios, sabía los detalles de todo lo que pasaría una vez que fuera capturado para ser crucificado. Así como sabía cuándo y de qué forma estaría negado por Pedro, también sabíamos cuántos latigazos recibiríamos, con cuantos escupitajos serían humillado, el dolor de los clavos en la cruz, el sufrimiento de la agonía. Él era 100% consciente de todo lo que tenía que sufrir, pero aún así lo hizo para que fueras salvo.
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