(CNN) — Las familias aún intentaban recuperar los cuerpos carbonizados y las extremidades de las víctimas que murieron en un ataque aéreo militar en una aldea en el centro de Myanmar este miércoles, un día después de uno de los ataques más mortíferos desde que la junta tomó el poder en un golpe hace dos años.
Un testigo ocular, que se escondió en un túnel durante el ataque, describió una escena de horror cuando se acercaba al lugar del ataque aéreo militar: niños muriendo, mujeres gritando y cuerpos amontonados en el suelo.
Al menos 100 personas, incluidas mujeres y niños, murieron después de que la junta militar de Myanmar bombardeara el municipio de Kanbalu en la región central de Sagaing este martes, según el grupo activista Kyunhla, que se encontraba en el lugar. El grupo dijo que al menos 20 niños murieron en el ataque y 50 personas resultaron heridas.
Unas 300 personas se reunieron en la aldea de Pazigyi este martes por la mañana temprano para celebrar la apertura de una oficina de la administración local, dijo un testigo a CNN bajo condición de anonimato por temor a represalias. Las familias habían viajado desde pueblos cercanos para el evento, donde se ofreció té y comida y que coincidió con el inicio de las celebraciones del Año Nuevo de Thingyan.
Como gran parte de Sagaing, el área no está bajo el control de la junta militar. La nueva oficina municipal estaba siendo inaugurada bajo la autoridad del Gobierno de Unidad Nacional (NUG) en la sombra, para el pueblo, como parte de la resistencia anti-junta.
“No nos hicieron ninguna advertencia”, dijo el testigo. “La mayoría de los aldeanos estaban dentro del evento, por lo que no notaron el avión”.
Justo antes de las 8 a.m., un avión de la junta bombardeó el pueblo donde se realizaba la ceremonia, informaron testigos presenciales y medios locales. Minutos después, un helicóptero Mi35 voló en círculos y disparó contra el pueblo, dijo el testigo a CNN.
“Cuando llegué al lugar tratamos de buscar personas que aún estuvieran vivas”, dijo. “Todo fue terrible. La gente moría (mientras eran transportados) en motos. Niños y mujeres. Algunos perdieron la cabeza, las extremidades, las manos. Vi carne en el camino”.
El testigo dijo que vio decenas de cuerpos después del ataque, incluidos niños de hasta cinco años. Dijo que perdió a cuatro miembros de su familia en el bombardeo y que un niño pequeño de su pueblo estaba entre los muertos.
“Vi a mucha gente llegar a la escena para buscar a sus hijos, llorando y gritando”, dijo.
Alrededor de las 5:30 p.m. los jets de la junta regresaron y dispararon en el mismo lugar que habían bombardeado esa mañana, dijo.
CNN no puede verificar el incidente de forma independiente, pero el relato del testigo coincide con los informes de los medios locales y del NUG.
Los videos e imágenes de las secuelas, mostrados a CNN por testigos y un grupo activista local, también muestran cuerpos, algunos quemados y en pedazos, así como edificios, vehículos y escombros destruidos.
El portavoz de la junta de Myanmar, mayor general Zaw Min Tun, confirmó el ataque aéreo en la aldea de Pazigyi y dijo que si hubo víctimas civiles fue porque se vieron obligados a ayudar a los “terroristas”, informó Reuters.
La junta ha designado como terroristas al NUG y a los grupos de resistencia conocidos como Fuerza de Defensa del Pueblo en el país.
“A las 8 de la mañana… el NUG (Gobierno de Unidad Nacional) y las PDF (Fuerzas de Defensa del Pueblo) llevaron a cabo una ceremonia de apertura de la oficina de administración pública en la aldea de Pazigyi”, dijo Zaw Min Tun en el canal de televisión Myawaddy del ejército.
“Nosotros les lanzamos el ataque. Se nos informó que las PDF murieron en ese evento bajo el ataque. Se oponen a nuestro gobierno”.
El ataque fue condenado internacionalmente, y un alto funcionario de la ONU dijo que la indiferencia global hacia la situación en Myanmar contribuyó al ataque.
“Los ataques del ejército de Myanmar contra personas inocentes, incluido el ataque aéreo de hoy en Sagaing, son posibles gracias a la indiferencia del mundo y de quienes les suministran armas”, dijo Tom Andrews, relator especial de las Naciones Unidas sobre la situación de los derechos humanos en Myanmar.
“¿Cuántos niños de Myanmar deben morir antes de que los líderes mundiales tomen medidas enérgicas y coordinadas para detener esta carnicería?”, se preguntó Andrews.
El Departamento de Estado de EE.UU. dijo que estaba “profundamente preocupado” por los ataques aéreos y pidió al régimen que “cese la horrible violencia”.
“Estos ataques violentos subrayan aún más el desprecio del régimen por la vida humana y su responsabilidad en la grave crisis política y humanitaria en Birmania tras el golpe de febrero de 2021”, dijo, utilizando un nombre alternativo para Myanmar.
Han pasado poco más de dos años desde que los militares tomaron el poder, derrocaron al gobierno elegido democráticamente y encarcelaron a su líder, Aung San Suu Kyi. Para aplastar la resistencia, la junta lleva a cabo regularmente ataques aéreos y terrestres contra lo que llama objetivos “terroristas”.
Los ataques han matado a civiles, incluidos niños, y han tenido como objetivo escuelas, clínicas, hospitales y otras infraestructuras civiles. Pueblos enteros han sido quemados por soldados de la junta y miles de personas han sido desplazadas en los ataques, según grupos locales de monitoreo.
Las batallas entre el ejército y los grupos de resistencia se desarrollan a diario en Myanmar. Estos grupos rebeldes, algunos de los cuales se han alineado con algunas de las milicias étnicas establecidas desde hace mucho tiempo en el país, controlan efectivamente partes del país fuera del alcance de la junta.
Los grupos de resistencia y las organizaciones humanitarias han acusado repetidamente al ejército de Myanmar de llevar a cabo matanzas masivas, ataques aéreos y crímenes de guerra contra civiles en las regiones donde se han producido enfrentamientos, acusaciones que la junta niega repetidamente, a pesar de que cada vez hay más pruebas.
“Están perdiendo el control del país. Están perdiendo terreno. Las cosas son mucho más inestables sobre el terreno que nunca”, dijo Andrews de la ONU a CNN este miércoles. “Como resultado de eso, están usando cada vez más el poder aéreo y, por supuesto, mientras lo hacen, cada vez más civiles mueren”.
Este lunes, los ataques aéreos de la junta alcanzaron una ciudad en el municipio de Falam del estado occidental de Chin, matando a nueve personas cuando las bombas cayeron sobre una escuela, según los medios locales Myanmar Now y The Irrawaddy.
La semana pasada, 8.000 refugiados del estado sureño de Karen cruzaron la frontera con Tailandia para escapar de los combates en el municipio de Myawaddy, según un comunicado del departamento de Relaciones Públicas de la oficina provincial de Tak de Tailandia, publicado en Facebook.
En marzo, al menos 22 personas, incluidos tres monjes, resultaron muertas en un monasterio en el estado sureño de Shan. Y un ataque aéreo militar en una escuela en Sagaing en septiembre mató al menos a 13 personas, incluidos siete niños.
El testigo presencial del ataque de este martes dijo que “la situación en Myanmar es peor ahora”.
“La gente se está muriendo como perros o vacas. No tenemos armas para comparar con las que tienen los militares. Necesitamos la ayuda de la comunidad internacional”, dijo.
— Teele Rebane y Kocha Olarn de CNN contribuyeron con este informe.
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