¿Los evangélicos somos huérfanos por no aceptar a María como nuestra Madre espiritual?
La respuesta es NO, el que tiene el Espíritu Santo NO es huérfano porque cuenta con el espíritu de adopción el cual no clama: “Abba, Papa” sino “Abba, Padre” (Vea Juan 1:12; 14:15-18 y Romanos 8:15). Con decir que los evangélicos no somos huérfanos, tampoco quiere decir que no vemos a María, con respeto, tal y como la describe la Escritura, dichosa, bienaventurada, humilde, obediente y escogida por Dios, para el propósito de Su gloria. Simplemente no aceptamos a esta hermana en Cristo como una persona divina, ni como corredentora, ni tampoco como intercesora o mediadora entre Dios y los hombres primero porque eso ya seria caer en una idolatría que ni la misma y verdadera María bíblica aceptaría (Vea Isaías 8:19; 1 Timoteo 2:5; Deuteronomio 18:9-12 y Romanos 8:26-27).
Después de todo, la Biblia habla de orar a nuestro Padre celestial, pero nunca a una Madre celestial (Mateo 6:6 y Hechos 1:14). Eso lo encontramos en el paganismo, pero nunca en el cristianismo. De hecho, hay cientos de pasajes en la Biblia que nos exhorta orar a Dios, pero ninguna a María. En otras palabras, “¿A quién tengo en el cielo? ¡Solo a ti! … Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien; He puesto en Jehová el Señor mi esperanza, Para contar todas tus obras.” (Salmos 73:25-28).
De hecho, era costumbre entre los judíos llamar a su madre como tal, pero ¿por qué Jesús nunca lo hizo siendo judío y principalmente porque según los católicos es la “Madre” (con mayúscula) del mismo Dios? (Vea Juan 19:26-27 por ejemplo) Es probable que prefirió llamarla solo “mujer” en lugar de “madre” porque en su omnisciencia ya Jesús sabía la mariolatría que en el futuro iba a venir después de su partida y el titulo herético “Madre de Dios” que le iban a atribuir y lo cual muy común entre los paganos, pero no entre los primeros cristianos. Hasta en cierta ocasión cuando uno de sus discípulos le dijo “He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar. Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano, y hermana, y madre.” (Mateo 12:46-50).
De hecho, el primer mariano refutado por el mismo Jesús lo encontramos en Lucas 11:27-28, “Mientras él decía estas cosas, una mujer de entre la multitud levantó la voz y le dijo: Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste. Y él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan.” Sin embargo, los apologistas romanistas casi siempre dicen que María es nuestra madre porque Juan 19:26-27 dice, “He ahí tu madre” lo cual es absurdo ya que siguiendo esa “lógica” entonces la parte que dice “He ahí tu hijo” significa que también tenemos que aceptar a Juan como nuestro hijo. Es obvio que esa no es la interpretación correcta y que este mandamiento solo se lo “dijo al discípulo” amado, es decir, al apóstol Juan y no a toda la iglesia.
En fin, María no es nuestra madre, ni la madre de ningún católico y mucho menos la madre de Dios sino solo nuestra hermana en Cristo (Lucas 1:12). La única madre de los creyentes que menciona la Biblia es biológicamente Eva, la “madre de todos los vivientes” (Genesis 3:20) y alegóricamente Sara, la libre en Gálatas 4:26. Pero nunca María.
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