NOTICIACRISTIANA.COM. – La vida cristiana se trata de transformación constante por amor a Dios. Hoy no podemos ser las mismas personas que antes, y así sucesivamente. El crecimiento nunca se detiene. La gracia de Dios no solo es para salvación y perdón de pecados. También ha venido para transformarnos.
El hno. Gabriel Ballesteros Figueroa, en el programa «Iglesia Cristiana Casa de Reino«, ofrece una enseñanza sobre la obediencia a Dios y sus implicaciones.
El Hno. Ballesteros comenzó su exposición con la lectura de Juan 14:21-23
«El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ese es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él. Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo? Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él».
Juan 14:21 enseña que el amor hacia Dios, se refleja es aquella persona que guarda, cumple, obedece sus mandamientos. Por lo tanto, la obediencia es una manifestación de amor hacia Dios. “Es imposible que digamos que amamos al Señor, pero que no le obedezcamos” expresó Ballesteros.
El versículo 23 da una clave importante: “Haremos morada con él”. Esto quiere decir que Dios no se manifiesta en todos. Se manifiesta en aquellos que demuestran su amor por medio de la obediencia. Hace morada en aquellos que cumplen los requisitos reflejados en este pasaje.
A lo largo del nuevo testamente, se lee constantemente que guardar los mandamientos de Dios es sinónimo de amarlo.
- Conocer:
Lo primero que se debe hacer es conocer. Nadie puede llevar a cabo algo sin antes conocer. No se puede obedecer aquello que se desconoce. (Mt. 7:24; Sal. 19:33)
“Por eso debemos congregarnos. Porque nos exponemos a escucharlo, a conocer para poner por obra”, aclaró el Hno. Gabriel.
El significado de esto es asimilar, discernir, captar lo que se oye. En este aspecto “requerimos de la intervención divina para poder entender la Palabra” explicó Gabriel Ballesteros
Sin Cristo y sin el Espíritu Santo, no se puede entender lo que Dios quiere decir en su Palabra (Ef. 3:17; Ro. 12:2)
Esto ocurre automáticamente después de conocer y entender. Aquí está diferencia de aquel que ama a Dios verdaderamente, y de aquel que solo dice amarlo, en obedecer. (1 Jn 4:2; Stg. 1:22; Mt. 7:21).
Si no se manifiesta obediencia hacia el Señor, entonces no se demuestra amor. Aunque estemos en un proceso constante, la meta de Dios es que le obedezcamos completamente. Y esa debe ser la meta de cada creyente.
El Espíritu Santo enseña a amar
Es importante entender que a pesar de estar en una lucha constante, genuinamente procuramos obedecer a Dios. Sin cuestionar, sin colocar objeciones. Puesto que tenemos confianza de que todo lo que Dios demanda, es por amor a sus hijos.
Sin embargo, hay que recordar que vivimos un proceso constante. Donde muchas veces la carne quiere gobernar. Pero en este proceso no estamos solos, tenemos el regalo de Dios, su Espíritu Santo. Es Él quien puede llevar al hombre al convencimiento de pecado, justicia y juicio. Y a hacerle comprender que la voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta.
“Aunque muchas veces puede ser difícil, tenemos que recordar que somos barro en las manos del Señor. Debemos estar dispuestos a ser moldeados por Él, aunque nos pueda doler. Esto es amar al Señor” añadió el Hno. Gabriel Ballesteros.
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