Operar en el poder de la resurrección, para tener la guía de Dios

NOTICIACRISTIANA.COM – Nada puede ser más importante en la vida que recibir la guía o dirección de Dios. La Biblia nos enseña que Dios habló a personas normales y corrientes, por ejemplo: indicó a Abraham como dejar su tierra y a Elías donde encontrar alimentos en tiempos de hambruna. Entonces, Dios ilumina nuestro andar en el camino de la rectitud, es decir, nos guía al instruirnos en sus caminos. 

El Dr. Lucas Márquez, en su análisis al libro de Éxodo, explica que el pueblo de  Israel después de salir de Egipto, y al cruzar el mar rojo, los guio una nube de gloria y la llama de fuego, durante 40 años por el desierto. 

“En Éxodo 13:19-22, se nos describe que los israelitas cargaron con los huesos de José hasta su destino final, la tierra prometida. Entonces, ese cuadro indica que José, representaba la resurrección. En este sentido, cuando resucitamos en Cristo y operamos en el poder de la resurrección, experimentamos la guía de Dios. En la descripción, se habla de una nube y una llama, eso representa que la dirección viviente de Dios, está vinculada directamente con la vida de la resurrección”, afirma Márquez.

“Antes, ustedes estaban muertos, pues eran pecadores y no formaban parte del pueblo de Dios. Pero ahora Dios les ha dado vida junto con Cristo, y les ha perdonado todos sus pecados.”

(Colosenses 2:13)

Agrega que cuando nos movemos en la vida de la resurrección, espontáneamente, Dios nos guía. Además, que el pueblo de Israel al obedecer el mandato de Dios, de salir de Egipto, recibieron la guía de Dios. En otras palabras, se debe tener presente que cada vez que Dios da una orden, también transmite guía para el cumplimiento de esa orden. Por lo tanto, no es suficiente un mandato de Dios, se debe tener también la guía de él. 

“Para ejecutar en el propósito eterno de Dios, necesitamos su guía. Por ejemplo, Israel al salir de Egipto, pudieron tomar dos caminos el claro y el corto. Pero, el camino a tomar no dependía de ellos, porque fueron guiados por el espíritu, a través de la nube de gloria. Entonces, eso nos indica que cuando Dios nos saca del mundo o del sistema, lo hace para que jamás regresemos a ese lugar tenebroso”, destaca Márquez.

“Cuando el rey de Egipto dejó que los israelitas se fueran de su país, Dios mismo les enseñó el camino que debían seguir. No los llevó por la región donde vivían los filisteos, aunque era el camino más corto. Y es que Dios pensó que si los filisteos atacaban a los israelitas, éstos podrían asustarse y regresar a Egipto.”  

(Éxodo 13:17)

“Muchas veces Dios nos conduce por caminos que consideramos equivocados. Pero, esos caminos complicados son desvíos de Dios, que nos ayudan a atravesar la experiencia terrenal con Dios. El Éxodo, no ejemplifica que Dios desea que crucemos nuestro desierto muertos con Cristo, como lo hizo José, que no tuvo conciencia de nada”, acotó Márquez 

Asimismo, considera que esos desvíos nos enseñan que los caminos de Dios son perfectos. Y que cuando Dios te desvía por su camino te encuentras en una posición gloriosa con niveles de gracias a tu favor. Es decir, Dios nos pone en caminos en los cuales dependemos de su poder infinito, no de nuestros conocimientos y experiencias, como lo hizo con Israel al ponerlo frente al Mar Rojo. El poder de Dios nos ayudará donde nuestra razón no podrá.

“El apóstol Pedro explica de manera magistral el cuadro de la nube y llama de fuego que acompañó a Israel. La nube de día representa el Espíritu Santo (Cristo), y la llama de fuego La palabra de Dios”, asegura Márquez.

“Por eso estoy completamente seguro de que el mensaje de Dios que anunciaron los profetas es la verdad. Por favor, préstenle atención a ese mensaje, pues les dirá cómo vivir hasta el día en que Cristo vuelva y cambie sus vidas.”

(2 Pedro 1:19)

Márquez, precisó que ahora esa nube no está sobre nuestras cabeza sino en nuestros corazones, que es Cristo. Asimismo, destaca que el apóstol Pablo enseña que una persona se convierte a Cristo, las noches son largas y los días cortos. Pero, a medida que esa luz crece en nosotros los días se alargan y las noches son cortas, hasta que llega el momento que habitamos plenamente en la luz. Leer 1 Tesalonicenses 5:5-8. 

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