¡Consuelen, consuelen a mi pueblo! —dice su Dios—. Hablen con cariño a Jerusalén, y anúncienle que ya ha cumplido su tiempo de servicio, que ya ha pagado por su iniquidad, que ya ha recibido de la mano del Señor el doble por todos sus pecados. Isaías 40:1-2
Señor nuestro Dios, ¡qué inmenso es tu amor y cuán enorme tu ayuda! Que cada uno de nosotros se sienta protegido en tu mano, sabiendo que nuestras faltas y defectos ya no importan. Podemos avanzar directamente hacia la meta que has establecido, porque nos ayudarás mediante el perdón de pecados y por medio de todo lo bueno que pones en nuestros corazones. Por eso te pedimos que estés con nosotros, para que seamos fieles, creyendo firmemente en tu gran misericordia, para que tu nombre sea glorificado entre nosotros. Que a cada corazón le sea dado el consuelo de saber que todo obra para bien, para la gloria de tu nombre. Amén.
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