Pero ahora, así dice el Señor, el que te creó, Jacob, el que te formó, Israel: «No temas, que yo te he redimido; te he llamado por tu nombre; tú eres mío. Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te cubrirán sus aguas; cuando camines por el fuego, no te quemarás ni te abrasarán las llamas. Isaías 43:1-2
Amado Padre que estás en el cielo, te damos gracias por el don de tu luz en nuestros corazones, que nos permite tener fe en ti. Te agradecemos por tu luz, que nos muestra las muchas maneras en que nos salvas de la necesidad, las tinieblas y la muerte. En medio de estas tinieblas mantienes a salvo nuestros corazones, para que podamos ser fieles hasta que llegue tu tiempo, cuando te revelarás al mundo y todos clamarán a una sola voz: «Sí, Padre del cielo, te damos gracias porque nos has redimido a todos». Amén.
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