Pero yo, Señor, en ti confío, y digo: «Tú eres mi Dios». Mi vida entera está en tus manos; líbrame de mis enemigos y perseguidores. Que irradie tu faz sobre tu siervo; por tu gran amor, sálvame. Salmo 31:14-16
Amado Padre que estás en el cielo, nos volvemos a ti. ¡Escucha nuestro anhelo, escucha nuestras esperanzas, escucha nuestra fe! Nuestro futuro descansa en tus manos. Libera a cada corazón del desaliento y la tristeza, de muchos males que hay en el mundo. Libéranos de las cosas terrenales; que seamos libres pero unidos en espíritu contigo, oh Dios. Ayúdanos en nuestro peregrinaje hacia la eternidad. Mientras caminamos contigo, llénanos de esperanza en que todo el mundo verá la luz, porque solo en ella podemos encontrar plenitud de vida. Protégenos y bendícenos por medio de tu Espíritu. Amén.
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