Pero yo he puesto mi esperanza en el Señor; yo espero en el Dios de mi salvación. ¡Mi Dios me escuchará! Enemiga mía, no te alegres de mi mal. Caí, pero he de levantarme; vivo en tinieblas, pero el Señor es mi luz. Miqueas 7:7-8
Amado Padre que estás en el cielo, ante ti estamos como tus hijos y alzamos a ti nuestra mirada. Somos pobres y necesitados, a menudo desdichados y atormentados. Permite que tu mirada descanse sobre nosotros y nos concedas la ayuda que necesitamos. Bendícenos cuando nos reunimos en el nombre de Cristo Jesús, para que seamos un pueblo que aprende a servirte en todos los caminos que andamos, aunque sea difícil. Danos una fe verdadera para cada momento. Que tengamos alegría y confianza en que estás con tus hijos, y que permaneces con ellos para siempre, hasta la gran hora de la redención, cuando nos regocijaremos con todas las generaciones pasadas y con todos los que viven hoy día. Amén.
El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes pastos me hace descansar. Junto…
Te exaltaré, mi Dios y rey; por siempre bendeciré tu nombre. Todos los días te…
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“Rvdo. Clarence L. Jordan muerto. Dirigió el Proyecto Granja Interracial”, se leía en un breve…
Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero…