Por lo tanto, ya que en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos un gran sumo sacerdote que ha atravesado los cielos, aferrémonos a la fe que profesamos. Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado. Hebreos 4:14-15
Amado Padre que estás en el cielo, acudimos a Jesucristo, quien está a tu derecha y por quien has prometido dar ayuda a todo el mundo. Únenos con él para poder recibir autoridad y ayudar a toda persona conforme a tu voluntad. Que mantengamos la santidad de tu nombre entre nosotros, porque tus hijos tienen muchas razones para regocijarse en el Salvador que nos has dado. Te damos gracias por todo lo que has mostrado a los que creen en ti. Te pedimos apurar el tiempo cuando tu día llegue con gloria, el día cuando glorificarás a Jesucristo, cuando él reine y triunfe sobre todo mal y lleve la paz que siempre has querido dar al mundo. Nosotros lo esperamos y anhelamos. Amén.
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