Conozco tus obras. Mira que delante de ti he dejado abierta una puerta que nadie puede cerrar. Ya sé que tus fuerzas son pocas, pero has obedecido mi palabra y no has renegado de mi nombre. Apocalipsis 3:8
Amado Padre que estás en el cielo, te agradecemos que nos conoces a todos y escudriñas lo más profundo de nuestro corazón, cuidándonos en todo lo que experimentamos, sea fácil o difícil. Te damos gracias que no nos quedamos solos, que escuchas el suspiro más pequeño de cada uno de tus hijos. Te damos gracias por hacer que las tinieblas se rindan ante la luz, la angustia ante la alegría, y el temor ante la fortaleza y el valor. Porque nos guías a través de todo; es lo que llevas a cabo desde tu mundo futuro —no al alcance de nuestra vista—, que nos da fortaleza y ánimo para resistir en medio de todo. Te damos gracias de corazón por tus dones infinitos; nos asombramos de que fue posible recibirlo todo de ti. Protégenos y guarda nuestra sencillez y confianza, para permanecer en la comunión que el Señor Jesús nos ha dado, cantando alabanzas a él, para honor y gloria de tu nombre. Amén.
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