¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía! El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! Salmo 18:1-2
Señor nuestro Dios, te damos gracias por las tantas veces que nos hemos sentido cerca de ti. Te agradecemos por estar cerca de nosotros y por fortalecer a los débiles. Acuérdate de nosotros y danos a cada uno la ayuda necesaria para ser fieles a tu llamado. Acuérdate de toda la humanidad y concede que avancemos en espíritu y en verdad. Da nueva luz a los pueblos que todavía están en gran oscuridad. Que al final se revele tu reino y tu señorío, y tu nombre sea honrado por todos. Amén.
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