Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios. Haré que haya coherencia entre su pensamiento y su conducta, a fin de que siempre me teman, para su propio bien y el de sus hijos. Jeremías 32:38-39
Señor nuestro Dios, tú quieres ser nuestro Dios y quieres que seamos tu pueblo. Danos la integridad interior y el poder para discernir y rechazar todo lo que no viene del corazón, para que todo sea genuino entre nosotros. Entonces no entrarán ni mentiras ni engaños, y la honestidad y la bondad brotarán de nuestros corazones para la gloria de la verdad, la gloria del evangelio y la gran esperanza que das por medio del evangelio. Guarda nuestros corazones. Protege el bien que está sembrado en ellos, para que crezca, prospere y dé fruto. Amén.
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