Aunque son muchos los que me combaten, él me rescata, me salva la vida en la batalla que se libra contra mí. Salmo 55:18
Amado Padre que estás en el cielo, permítenos venir ante tu presencia como tus hijos. Danos todo lo que necesitamos cada día, para que ya no nos enredemos en el tumulto de la vida, sino que podamos recibir tu paz. Porque tú nos cuidas como a tus hijos, y podemos seguir confiadamente entre todos los problemas de este tiempo, porque nuestro camino nos lleva a ti, eterno Padre celestial. Guárdanos de extraviarnos y malgastar nuestro esfuerzo en lo temporal y pasajero. Permite que tu luz nos fortalezca en lo que es del cielo, en lo que es eternamente verdadero para nuestras vidas. Amén.
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