Anhelo con el alma los atrios del Señor; casi agonizo por estar en ellos. Con el corazón, con todo el cuerpo, canto alegre al Dios de la vida. Señor Todopoderoso, rey mío y Dios mío, aun el gorrión halla casa cerca de tus altares; también la golondrina hace allí su nido, para poner sus polluelos. Dichoso el que habita en tu templo, pues siempre te está alabando. Salmo 84:2-4
Señor Dios, nuestras almas te anhelan a ti y a tu gloria, por el día cuando será dicho: «¡Todo se ha cumplido! Ahora viene tu reino. Ahora comienza tu día. Cuando miremos hacia atrás en todo lo que nos ha pasado, ahora todo queda claro». Te agradecemos por permitirnos vivir sin temor, revitalizados y renovados una y otra vez, esperando el bien que das en la tierra. Muéstranos el camino que debemos andar. Concede tu bendición en nuestros corazones, para que aun en necesidad y muerte, temor y aflicción, siempre tengamos luz y fortaleza. Tú eres nuestra salvación, Señor nuestro Dios. De ti proviene la salvación de nuestras almas. Confiamos en ti hoy y cada día. Alabamos tu nombre y esperamos en ti el día que tienes preparado para el mundo entero: el día cuando la luz iluminará cada corazón. Amén.