En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y en voz alta dijo: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. Del interior del que cree en mí, correrán ríos de agua viva, como dice la Escritura”. – Jn 7:37-38
Amado Padre que estás en el cielo, te damos gracias por enviar poderes desde lo alto a nuestra vida terrenal. Te agradecemos por enviarnos una naturaleza superior, con la que podemos vivir para los demás, porque vivimos de lo que recibimos de ti. Que seamos como niños: sencillos, inocentes y confiados. Cuando alguien se desespere de sí mismo, muéstrale el camino al Salvador, para que pueda encontrar confianza. Muéstranos el camino de la confianza, para nosotros mismos y toda persona, porque tu voluntad es que todos reciban ayuda. Amén.
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