Cuando te llamé, me respondiste; me infundiste ánimo y renovaste mis fuerzas. Salmo 138:3
Amado Padre que estás en el cielo, te agradecemos que somos tus hijos y que tus ojos cuidan de nosotros y ven todo lo que hay en nuestro corazón. Tú escuchas la petición de cada corazón, y responderás en el momento oportuno. Extiende tu mano firme sobre nosotros, pues somos débiles y a menudo afligidos, sin saber qué hacer ni cómo encontrarte. Pero tú estás con nosotros en cada necesidad, a pesar de nuestras fallas y debilidades. Tú estás con nosotros y en medio de todo nos guías a la meta verdadera de nuestra vida, hasta que cada uno de nosotros pueda regocijarse por todo lo que has hecho, para alabanza de tu nombre, Padre nuestro. Amén.
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