Oye, Señor, mi voz cuando a ti clamo; compadécete de mí y respóndeme. El corazón me dice: «¡Busca su rostro!» Y yo, Señor, tu rostro busco. No te escondas de mí. Salmo 27:7-9a
Te damos gracias, amado Padre que estás en el cielo, por permitir que la luz de tu rostro resplandezca en nuestros corazones. Te suplicamos que consideres nuestro tiempo; que, con tu clara y penetrante mirada, permitas que toda persona sienta que tú la observas, más de lo que pueden entender. Permite que se den cuenta de que un Dios fuerte y Padre poderoso los observa y cuida de ellos. Protégenos en nuestro camino, y permite que tu luz alumbre cada vez con mayor intensidad, para que en todo lo que hacemos tu nombre sea glorificado. Amén.
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