Todos ustedes son hijos de la luz y del día. No somos de la noche ni de la oscuridad. No debemos, pues, dormirnos como los demás, sino mantenernos alerta y en nuestro sano juicio. 1 Tesalonicenses 5:5-6
Amado Padre que estás en el cielo, te damos gracias porque podemos ser tus hijos. Te agradecemos que por medio de tu Espíritu nuestros corazones pueden entender que somos tus hijos. Aun cuando todo a nuestro alrededor se vuelve difícil y somos asediados por la oscuridad, seguimos siendo tus hijos. Aun cuando a menudo no vemos cómo continuar y parece que nos despojan de todo, no dejamos de ser tus hijos. Incluso cuando el pecado y la muerte nos rodean y nos acusan de estar equivocados, todavía somos tus hijos. Como hijos tuyos nos encomendamos en tus manos. En toda nuestra vida, en todo nuestro trabajo y actividades, vivimos de lo que recibimos de ti y nos regocijamos en Cristo nuestro Salvador. Amén.
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