Alaba, alma mía, al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre. Alaba, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias. Salmo 103:1-3
Señor nuestro Dios, oh Santísimo, te damos gracias porque podemos dejar a un lado nuestra propia naturaleza y ser elevados en espíritu por encima de todo lo temporal y humano, y tener alegría en ti. A pesar de toda la maldad que nos rodea, pese al inmenso sufrimiento de la humanidad, todavía podemos regocijarnos en ti, en todo lo que haces y en todo lo que todavía harás por nosotros. Concédenos seguir regocijándonos, compartiendo juntos la alegría, ayudando en vez de agobiar a los demás, hasta que este mundo se llene con el júbilo de aquellos que has bendecido tan espléndidamente. Perdona todos nuestros pecados. Sana nuestro cuerpo y mente. Libéranos de toda la corrupción que trata de dominar nuestras almas. Amén.
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