Señor, tú has sido nuestro refugio generación tras generación. Desde antes que nacieran los montes y que crearas la tierra y el mundo, desde los tiempos antiguos y hasta los tiempos postreros, tú eres Dios. Salmo 90:1-2
Señor nuestro Dios, nuestro refugio eterno, bendícenos a quienes nos hemos reunido en tu presencia, y acudimos a ti en toda aflicción, no solo por necesidad personal sino también por la aflicción de las naciones y pueblos del mundo entero. Concédenos ser tus hijos, con una fe sencilla, que nos da la fuerza para seguir trabajando, aun cuando la vida sea difícil. Te agradecemos por darnos tanta gracia, por ayudarnos y nunca abandonarnos, para que podamos encontrar alegría, glorificarte y alabarte una y otra vez, Padre nuestro. Alabado sea tu nombre arriba en el cielo y abajo entre nosotros. Alabado sea tu nombre entre toda la gente alrededor del mundo; que todos en la tierra te reconozcan y reciban de ti todo lo que necesitan. Amén.
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