El que habita al abrigo del Altísimo se acoge a la sombra del Todopoderoso. Yo le digo al Señor: «Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quien confío». Salmo 91:1-2
Señor nuestro Dios, venimos ante tu presencia, porque eres nuestra seguridad, nuestro refugio, especialmente en estos tiempos cuando todo lo que sucede nos aflige y perturba. Tú eres nuestro Dios y Salvador hoy y siempre. En todo momento has sido nuestro Salvador y ayudador, y lo seguirás siendo por la eternidad. Alabamos y glorificamos tu nombre. Danos un nuevo espíritu para nuestro tiempo, oramos por una nueva ayuda mediante el evangelio traído por Jesucristo. Que tu nombre sea santificado, que venga tu reino y se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo. Amén.