Perseguida desde 1974 hasta 1992 en Etiopía


Hoy en día, las iglesias anabautistas más grandes del mundo no están en Europa, donde comenzó el movimiento, ni en América, en donde se vio gran parte de su crecimiento, sino en el continente africano. En Etiopía, la Iglesia Meserete Kristos tiene más de doscientos mil miembros bautizados en 591 congregaciones y 863 centros de plantación de iglesias en todo el país. “Solo el año pasado, se bautizaron 17.345 personas”, informó el misionero Carl Hansen en 2012.

La iglesia, aunque fuerte en número ahora, tuvo comienzos humildes en el país. Mientras que el cristianismo, principalmente en su forma ortodoxa local, tiene una historia antigua en Etiopía, Meserete Kristos (Cristo es la fundación) tiene sus raíces a mediados del siglo XX. En 1945, los misioneros menonitas llegaron a Etiopía para traer alivio después de la dura ocupación italiana, que había durado desde 1936 hasta 1941. No reconocidos como misioneros por el gobierno, se enfocaron exclusivamente en los esfuerzos de socorro, abriendo un hospital y trayendo suministros muy necesarios para entonces. En 1948 se les concedió permiso para llevar a cabo la obra misionera, incluida la educación y la evangelización, ellos comenzaron de inmediato.

Tres años después, los esfuerzos misioneros dieron sus frutos: diez hombres estaban listos para convertirse en el primer grupo bautizado por menonitas en Etiopía. Hubo solo un problema, los hombres vivían en la ciudad central de Nazaret (rebautizada por el emperador Haile Selassie en honor a la aldea bíblica), esta ciudad formaba parte de una región oficialmente cerrada al proselitismo. Tratando de eludir la restricción, viajaron con los misioneros a la ciudad capital de Addis Abeba, un área “abierta”. Fueron bautizados y regresaron a Nazaret, donde el gobernador local, enojado por la evasión, regañó a los misioneros. La fecha de este bautismo, el 16 de junio de 1951, es el día en que la Iglesia Meserete Kristos cuenta como su verdadero comienzo.

En enero de 1959, los líderes de la iglesia se reunieron en Nazaret para comenzar a discutir la transferencia de autoridad de los misioneros occidentales a los líderes etíopes. Fue un proceso gradual, pero en 1965 los miembros etíopes habían asumido posiciones de liderazgo ejecutivo, y los misioneros asumían funciones de apoyo.

Capacitación para promover la paz en Meserete Kristos Church, diciembre de 2023. Usado con permiso.

Los años siguientes vieron crecimientos de formas inusuales e inesperadas. Una clase de inglés impartida por un misionero de Meserete Kristos usando el Evangelio de Juan como libro de texto condujo a la fundación de “Heavenly Sunshine”, una iglesia apasionada y teológicamente carismática. Cuando la persecución comunista posterior obligó a Heavenly Sunshine y a las iglesias relacionadas a unirse a Meserete Kristos, trajeron consigo sus características espirituales distintivas, incluida la oración en masa, la guerra espiritual y el hablar en lenguas, lo que hizo que la cultura de Meserete Kristos fuera considerablemente más pentecostal que muchas otras iglesias anabautistas.

Sin embargo, este tiempo de crecimiento abierto no duraría para siempre. El 12 de septiembre de 1974 se dio un golpe de Estado que derrocó al emperador Haile Selassie y puso fin a una monarquía que había gobernado Etiopía durante siglos y que también había resistido con éxito el colonialismo europeo que subyugaba a la mayor parte del continente africano. El régimen comunista, que reemplazó a la monarquía, trajo consigo reformas considerables. Muchas de estas reformas beneficiaron a una nación en medio de la agitación económica, el hambre y otros problemas importantes. Pero, de acuerdo con su ideología, el nuevo gobierno también reprimió la religión y restringió otras libertades civiles, promoviendo un marxismo ateo y prohibiendo la literatura y la expresión que pudieran competir con el pensamiento del gobierno.

De la noche a la mañana, Meserete Kristos se vio obligado a convertirse en una iglesia subterránea. Los documentos de la iglesia y los materiales de culto y estudios debían mantenerse ocultos y cuidadosamente escondidos cuando eran trasladados. Se obligó a los miembros de la iglesia, con el resto de la población, a asistir a cursos destinados a reeducarlos a través de la propaganda marxista y disuadirlos de realizar reuniones o ideas contrarrevolucionarias.

En 1977, la opresión se había agudizado. Una nueva ley establecía que no estaba permitido asistir a la iglesia a ninguna persona menor de treinta años. Aquellas que la violaran serían arrestadas. Los miembros jóvenes de la iglesia respondieron a esta prohibición vistiendose a una moda “más antigua” para evitar ser notados. Los actos de persecución manifiesta aumentaron gradualmente. Se alentó a los jóvenes alborotadores a acosar y atacar físicamente a los miembros de Meserete Kristos.

En 1978, los miembros de Meserete Kristos y los estudiantes asociados con una academia bíblica en Nazaret fueron llamados al kebele (oficina administrativa local) de la ciudad para ser interrogados. El kebele, encargado de implementar el adoctrinamiento marxista en la región, estaba en contra de toda religión. Con la esperanza de apropiarse de todo el sistema educativo para sus propósitos, tenía la intención de acosar a los estudiantes y al personal de la academia. “Querían golpearnos y meternos en la cárcel”, recordó años después Alemayehu, el administrador de la academia. En algunos momentos de las reuniones, los líderes kebele mostraban sus armas a los cristianos, intentando intimidarlos. 

Finalmente, el kebele exigió que los estudiantes de la academia hicieran un juramento negando sus creencias. Esto provocó reuniones más tensas con el personal de la escuela. Después de un interrogatorio prolongado, Alemayehu finalmente dijo: “No puedes forzar nuestras mentes. Obedeceremos todo lo que no vaya en contra de nuestra religión. Pero si va en contra de nuestra religión, no le obedeceremos. Obedecemos a Dios. Nuestras mentes son propiedad de Dios”.

“Lo que no podamos resolver alrededor de la mesa”, respondieron inquietantemente los líderes de kebele, “lo resolveremos con nuestras armas”.

“Tus armas”, respondió el maestro cristiano, “son para protegernos, no para matarnos. Pero estamos listos y felices de morir por nuestra fe”. La situación se difuminó sin violencia, pero los estudiantes de la academia fueron detenidos y continuó el adoctrinamiento forzoso y el hostigamiento.

Alemayehu recuerda haber orado durante este tiempo: “Dios, ¿es realmente tan difícil seguirte? ¿Nuestros antepasados no han tenido este tipo de problema? Dios ¿Te dejo? ¿Pero adónde iría? No es mi deseo dejarte, pero la situación es apremiante”. Entonces Dios le habló a su corazón diciendo: “Puedes soportar esto y pasar a un mejor momento. Se paciente”. La paz entró en su alma.

Los miembros de la iglesia de Nazaret fueron encarcelados. Los kebele, desesperados por demostraciones de lealtad al régimen, exigieron que los creyentes levantaran la mano, que maldijeran a sus enemigos y gritaran: “¡La revolución está por encima de todo!” Los cristianos se negaron recibiendo palizas y detenciones como consecuencia. Los líderes de la iglesia hicieron un llamamiento a favor de sus hermanos y hermanas quienes sufrían, pero sus súplicas a los kebeles del país fueron en gran parte ineficaces.

Nathan Hege, uno de los primeros misioneros menonitas en llegar a Etiopía, escribió más tarde sobre el ridículo generalizado dirigido a los cristianos como parte de esta persecución:

De hecho, fue un momento terrible. El lector occidental en una sociedad democrática difícilmente podrá captar el alcance del ridículo acumulado sobre los creyentes evangélicos. Los programas de radio y los artículos de los periódicos les llamaban constantemente extranjeros, agentes de la CIA, antiprogresistas, elementos reaccionarios, incluso perros. Sus experiencias fueron como las de los primeros cristianos, como dijo el apóstol Pablo: “Somos la escoria de la tierra, la basura del mundo” (1 Cor. 4:13). Sin embargo, como Pablo, cuando los creyentes eran maldecidos, bendecían; cuando fueron perseguidos, aguantaron; cuando fueron calumniados, respondieron amablemente.

Finalmente, en 1982, los trabajadores del gobierno llegaron a cada uno de los edificios de la iglesia con una directiva dura. “Esta iglesia se cerrará”, anunciaron, “y será propiedad del gobierno etíope”. El gobierno confiscó todas las oficinas, propiedades, edificios y cuentas bancarias de Meserete Kristos. Arrestaron a seis líderes clave de la iglesia: Kelifa Ali, Kiros Bihon, Shamsudin Abdo, Negash Kebede, Abebe Gorfe y Tilahun Beyene. Estos líderes serían encarcelados durante más de cuatro años en malas condiciones y bajo el constante temor de ser ejecutados. Las reuniones de la iglesia y el proselitismo estaban estrictamente prohibidos.

Sus líderes fueron encarcelados, sus iglesias tomadas, su estilo de vida burlado y vituperado, sus recursos confiscados, pero los cristianos de Meserete Kristos no fueron aplastados, comenzaron a realizar servicios en privado. Para eludir una ley que prohibía reunirse en grupos de más de cinco personas, la iglesia se desplegó para adorar, en grupos de cinco, en las casas de los miembros. El número de grupos superó con creces el número de pastores capacitados en la comunidad, por lo que las reuniones fueron dirigidas por laicos. Bajo constante peligro de allanamientos policiales, los miembros entraban y salían de las casas una a la vez, coordinando sus movimientos para evitar sospechas. La información fue comunicada a la iglesia dispersa de boca en boca.

La represión del gobierno contra la iglesia, combinada con la fidelidad de los creyentes, tuvo un efecto inesperado. La red de grupos de cinco personas significó que los miembros de la iglesia, debían de compartir íntimamente en sus hogares con amigos cercanos y de confianza, y esto floreció. No había espacio para una religiosidad grandiosa. Y a medida que sus vecinos y amigos que no pertenecían a la iglesia se desilusionaban cada vez más con el gobierno marxista comenzaban a buscar la verdad, la asistencia a la iglesia aumentó. La Iglesia Meserete Kristos puedo haber dejado de existir oficialmente, pero nunca había estado más viva.

La iglesia creció de cinco mil a treinta y cuatro mil miembros durante diez años bajo tierra.

En 1992, el régimen cambió a sistemas más democráticos de gobierno de la nación. Después de una década de ocultamiento y crecimiento invisible, la Iglesia Meserete Kristos finalmente pudo resurgir y tomar posesión de algunas de sus propiedades que habían sido confiscadas. Dos años más tarde, en 1994, se fundó el Instituto Bíblico de la Iglesia Meserete Kristos, que más tarde se convertiría en Meserete Kristos College. Sus raíces se adentraron profundamente en los años clandestinos, cuando líderes como Yeshitila Mengistu, Kedir Dolchume, Tadesse Negawo, Siyum Gebretsadik y Shemelis Rega capacitaron informalmente a ancianos y evangelistas que operaban en la red de la iglesia. Esta capacidad de capacitar eficazmente a nuevos líderes, aprendida bajo la opresión, ha permitido el crecimiento explosivo, en número y testimonio, que la iglesia ha visto desde entonces.

El trabajo de la iglesia, en las complejas realidades culturales y sociales de Etiopía, continúa prosperando, creciendo y adaptándose. Seis compromisos básicos definen la vida y misión de la iglesia: testimonio, enseñanza, generosidad, compasión, ministerio carcelario y establecimiento de la paz. Hoy, Meserete Kristos modela estrategias para la evangelización, la educación, la acción social y la vida de la iglesia que son ejemplos para las congregaciones de todo el mundo. Mucho de esto es fruto de la persecución que tenía la intención de sofocar y aplastar a la iglesia, pero que en realidad solo esparció semillas llenas de vida en Etiopía.


Basado en el libro de Nathan Hege, Beyond Our Prayers (Scottdale, PA: Herald Press, 1998). De Siendo testigos: Relatos de martirio y discipulado radical

  • Evangelio

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