«Desobedientes» es el calificativo más usado en estos días para describir a quienes se fijan en el retorno de las Misas públicas. En realidad también se están usando otros peores como «egoístas», «fariseos», etc., pero sobre eso hablaré en otro artículo.
Reacciones católicas durante la cuarentena
En tiempos de cuarentena obligatoria los católicos nos hemos visto privados de la posibilidad de asistir a la Santa Misa. Por supuesto esto ha provocado distintas reacciones entre los miembros de la Iglesia.
Algunos católicos piensan que está bien. Que es lo mejor en estos momentos y que lo que nos corresponde es «obediencia» a nuestros obispos y las autoridades civiles.
Por otro lado, hay un grupo de católicos que piensan que nuestros pastores han hecho poco o nada para encontrar formas de no privarnos de los sacramentos y lo hacen saber a través de redes sociales. Estos son los llamados «desobedientes».
¿Son desobedientes los que piden el retorno de las Misas públicas?
Lo real es que ambos grupos tienen en común mucho más de lo que parece. A todos nos duele no poder vivir la Santa Misa al menos una vez por semana. A todos nos entristece cuando nuestros gobernantes nos informan sobre el confinamiento se extiende algunos días más. Y, por supuesto, a todos nos entristece ver las cifras de víctimas de esta enfermedad y, por qué negarlo, también nos preocupa la posibilidad de formar parte de esas cifras.
Sin embargo, los que pertenecen al grupo de los que quieren que los templos se abran lo más pronto posible, no hacen ese pedido en plan de desobediencia.
Al contrario. Precisamente para ser obedientes al obispo local es que se crean campañas para que nuestros pastores conozcan las ideas que van surgiendo por iniciativa propia de los laicos, muchas de ellas basadas en la experiencia vivida en diócesis que nunca cerraron los templos.
Nadie pide el retorno inmediato de Misas multitudinarias en las que todos deban entrar al templo como sardinas enlatadas. Solo se pide que se habiliten Misas con las medidas de seguridad que ya vienen aplicando en los supermercados (capacidad limitada de personas, desinfección de manos en la entrada, etc.). A estas ideas se pueden sumar las que escribí en este artículo hace algunos días.
De hecho, podría tener hasta una opción mixta. Para los que deseen quedarse en casa puede seguir vigente la dispensa del precepto de la Misa, pero aún así se pueden abrir los templos para que los quieran vivir la Misa tengan esa posibilidad.
Y aunque es facultad de cada obispo acoger o no estas peticiones, los laicos tienen todo el derecho de lanzar propuestas de acuerdo a su necesidad espiritual. Eso no es desobediencia.