Bentiu (Sudán del Sur) (AFP) – Hace meses que no llueve con abundancia, pero las inundaciones siguen avanzando en Bentiu, en Sudán del Sur, socavando las fortificaciones de adobe que protegen del agua a la población abandonada y hambrienta.
Cuatro años seguidos de inundaciones, un fenómeno sin precedentes ligado al cambio climático, cubrieron de agua dos tercios de Sudán del Sur.
En Bentiu, cientos de miles de personas quedaron atrapadas por el agua, protegidas por diques de barro que deben revisar y reforzar constantemente para evitar un rompimiento catastrófico.
Todos los caminos que salen de Bentiu están inundados, incluido el que va a Sudán, que antes brindaba al estado de Unity la mayor parte de sus alimentos. Los suministros ahora llegan por canoa.
“Básicamente se convirtió en una isla”, comentó William Nall, jefe de investigación, evaluación y monitoreo del Programa Mundial de Alimentos (PMA), que distribuye los granos, aceite vegetal y pasta de cacahuete entre la población.
“No hay registros de que Bentiu se haya inundado así… Esto es algo único”.
La monumental crisis ilustra un desastre mayor en Sudán del Sur, el país más joven del mundo y uno de los más vulnerables al cambio climático.
Un millón de personas en el país de la Cuenca del Nilo han sido afectadas por este ciclo de inundaciones extremas desde 2019.
Millones de cabezas de ganado han muerto y 10% de la tierra cultivable se convirtió en pantano, mientras 7,7 millones de personas no tienen suficiente alimento.
Lluvias récord sobre los grandes lagos en países río arriba empujaron grandes volúmenes de agua al Nilo Blanco, que se extiende sobre las planicies río abajo.
Grandes extensiones de tierra se saturaron tanto que era imposible drenar el agua.
Incluso en temporada seca, los niveles de agua permanecen elevados, creando lo que Nall llamó “humedales permanentes” en sitios como Bentiu.
Expertos temen que en algunos sitios el agua podría permanecer por años, incluso décadas.
Las inundaciones representan un cambio más permanente para los agricultores de subsistencia y pastores, quienes huyen desesperados a las ciudades.
“No saben cómo sobrevivir”, señaló a AFP el dirigente comunitario John Both Wang, mientras mujeres de su aldea esperaban recibir donaciones de alimento cerca de una villa miseria de Bentiu.
Pero la tierra se vuelve más inhabitable cada día.
En enero, en plena temporada seca, imágenes de satélite mostraron que el área afectada por las inundaciones se había expandido 3.000 km cuadrados en una semana.
“La gente emigra todos los días. Tu sitio puede estar seco hoy, pero mañana estará bajo el agua”, contó Duop Yian, quien creció cerca de Bentiu y trabaja para la oenegé humanitaria Consejo Danés de Refugio.
La mayoría llega sin nada y se une a una enorme población en grave necesidad, incluidos más de 100.000 refugiados de la guerra civil de 2013 a 2018.
Kuyar Teny vadeó en las aguas de la inundación cerca de Bentiu con su nieto hambriento de 18 meses.
“En la mañana siempre tiene hambre y llora, pero no tenemos comida”, contó ella a AFP mientras esperaba ver un médico.
Una clínica que atiende a 20.000 personas tenía solo 10 trabajadores cuando llegó AFP. Dentro de una carpa, tres mujeres con goteos intravenoso compartían una sola cama.
En Bentiu son las organizaciones humanitarias las que brindan servicios, no el gobierno.
Fuera de las bolsas de arena y diques, el panorama es lúgubre.
Yian apuntó al sitio donde los agricultores antes labraban la tierra y los niños iban a la escuela en algún lugar bajo la superficie.
Ahora solo quedan las puntas de las chozas.
Tong, que antes tenía miles de habitantes, quedan algunos centenares de personas en islas dispersas a una hora en canoa de Bentiu.
Entre ellos está Magok Bangany, un agricultor de 80 años nacido y criado en la aldea. Recuerda una gran inundación en el pasado distante.
“Duró dos años, pero luego retrocedió. Pero esto es lo peor que he visto”, comentó.
Sudán del Sur es proclive a inundaciones estacionales, pero nunca se había visto nada de esta magnitud, señaló Nall.
“Hay patrones históricos que sugieren que estos grandes eventos tienden a durar décadas”, dijo a AFP.
“Estamos en territorio desconocido. Esto es mucho más grande que otros eventos de este tipo en años recientes”.
Pastores han llevado su ganado al sur, donde disputan la tierra y recursos en una zona considerada el granero del país, según el International Crisis Group.
Ese centro de estudio advirtió que Sudán del Sur “ejemplifica la inestabilidad y violencia agravadas por el clima” a las que se podría enfrentar África sin el dinero de los países ricos para adaptarse al cambio climático.
Pero las donaciones han sido escasas. La guerra en Ucrania drenó los presupuestos de ayuda y elevó los precios de alimentos, mientras que el PMA ha tenido que reducir las raciones para los pobladores.
Familias que agotan su cuota mensual hacen lo posible con flores silvestres y frutas que consiguen.
“Hemos sido olvidados”, lamentó Mary Nyaruay, de Tong. “Tenemos que luchar nosotros mismos para sobrevivir”.
© 2023 AFP
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