WASHINGTON — Autoridades estadounidenses, israelíes y libanesas insisten en que pocas facciones desean que la guerra de Israel en la Franja de Gaza se convierta en un conflicto de mayor envergadura que envuelva a Medio Oriente.
Sin embargo, el asesinato de un alto dirigente de Hamás en el Líbano el martes, y la muerte de decenas de personas en dos misteriosas explosiones idénticas en Irán el miércoles, amenazaron con poner a Medio Oriente —y a Estados Unidos— más cerca del umbral de una guerra regional, la cual el gobierno del presidente Joe Biden ha intentado evitar desde los atentados mortales que Hamás realizó en contra de Israel el 7 de octubre.
Apenas unas horas después de que estallaron las bombas en Irán, Estados Unidos y doce de sus aliados le dieron una advertencia por escrito a otro grupo miliciano de la región, los hutíes de Yemen, quienes han organizado ataques con misiles, drones y por mar contra navíos comerciales, casi a diario.
Hasta ahora, Estados Unidos se ha abstenido de tomar represalias en contra de las bases hutíes en Yemen, en gran parte porque no quiere socavar una frágil tregua en la guerra civil yemení.
Sin embargo, ahora los funcionarios de Biden están dando señales de que su paciencia se está agotando.
“Nuestro mensaje ahora debe quedar claro: pedimos el fin inmediato de estos ataques ilegales y la liberación de los buques y tripulaciones detenidos de manera ilegal”, afirmaron funcionarios de la Casa Blanca en un comunicado emitido el miércoles, un día después de que el gigante naviero Maersk anunció que suspendería sus operaciones en el mar Rojo.
El comunicado prosigue: “Los hutíes asumirán la responsabilidad de las consecuencias si continúan amenazando vidas, la economía global y el libre flujo del comercio en las vías fluviales más importantes de la región”.
La advertencia —la cual también firmaron el Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda, Baréin, Bélgica, Canadá, Alemania, Dinamarca, Italia, Japón, Singapur y los Países Bajos— se abstuvo por poco de amenazar con ataques militares. Durante el fin de semana, la Armada estadounidense hundió tres embarcaciones hutíes y mató a todos sus tripulantes, cuando estos les dispararon a helicópteros estadounidenses que acudían en ayuda de un carguero de Maersk.
El lunes, la Armada iraní anunció el despliegue de una flotilla de buques de guerra en la vía fluvial. Ese mismo día, el ministro de Asuntos Exteriores iraní, Hossein Amirabdollahian, le expresó su “gratitud y aprecio” a un funcionario hutí que estaba de visita en Teherán por el apoyo del grupo a Hamás, según informó la agencia de noticias gubernamental IRNA.
Un alto funcionario iraní mencionó que el envío de los buques de guerra, los cuales se unen a un barco espía iraní que ya está en la región, buscaba demostrar que Irán está apoyando a los hutíes y hacer que la situación sea más difícil de ignorar. No obstante, el funcionario señaló que Irán no tiene planes de involucrar a los buques de guerra en una confrontación con los buques navales de Estados Unidos en la vía fluvial.
El presidente Joe Biden declaró que no quiere ataques militares directos contra los hutíes para evitar la escalada de un conflicto en Medio Oriente.
“Seguimos increíblemente preocupados, como lo hemos estado desde el inicio de este conflicto, por el riesgo de que el conflicto se extienda hacia otros frentes”, declaró el miércoles a reporteros Matthew Miller, vocero del Departamento de Estado.
Hizbulá, el poderoso grupo miliciano libanés, ha prometido que el asesinato de Saleh Arouri, el líder de Hamás, ocurrido el martes en un suburbio de Beirut, no quedará sin respuesta. Hizbulá, un aliado clave de Hamás, ejerce un control de facto sobre los suburbios del sur de Beirut, donde se produjo la explosión, y ha participado en una escalada de enfrentamientos con las fuerzas israelíes durante meses.
Las circunstancias que rodearon las explosiones en un monumento que rinde homenaje al general iraní Qasem Soleimani, en Kermán, Irán, fueron más turbias. Aunque Irán no tardó en culpar a Israel, funcionarios europeos y estadounidenses afirmaron que dudaban que los israelíes hubieran realizado el ataque, ya que la mayoría de sus acciones en contra de Irán han sido muy selectivas, desde la eliminación del principal arquitecto del programa nuclear de Irán hasta hacer explotar instalaciones específicas nucleares y misilísticas.
El miércoles, tres altos funcionarios estadounidenses y un alto funcionario europeo señalaron que el Estado Islámico u otro grupo terrorista eran los posibles perpetradores. Aunque hay información de inteligencia que apunta a la participación del Estado Islámico en el atentado, los funcionarios advirtieron que la evaluación es preliminar y no se ha llegado a conclusiones definitivas.
“Es perfectamente posible que uno de los grupos representantes de Israel haya dejado que un ataque se le saliera de las manos”, declaró el miércoles Ray Takeyh, un miembro del Consejo de Relaciones Exteriores que a menudo escribe sobre Irán.
El ayatolá Alí Jamenei, líder supremo de Irán, emitió el miércoles un comunicado en el que culpó del atentado a los “enemigos maliciosos y criminales” de la nación, pero se abstuvo de nombrar a ningún grupo o país. Jamenei prometió que los enemigos de Irán deben saber que “esta tragedia tendrá una fuerte respuesta”.
Dos personas familiarizadas con las pláticas internas de Irán comentaron que el ayatolá les había dado instrucciones a los comandantes militares iraníes de adoptar “paciencia estratégica” y evitar que Irán se involucre en una confrontación militar directa con Estados Unidos.
Varios funcionarios estadounidenses afirmaron que era demasiado pronto para predecir si iba a estallar algún tipo de guerra de mayor envergadura. Los funcionarios señalaron que Israel no habría atacado a Arouri de no haber creído que podía hacerlo sin intensificar el conflicto en la frontera con el Líbano. Sin embargo, cualquiera que fuera la causa, con las explosiones que se produjeron tan rápido después del asesinato, no hubo muchas dudas de que el riesgo de un mayor conflicto volvió a ser una máxima prioridad para Estados Unidos y Europa.
Funcionarios israelíes no quisieron comentar respecto a si sus fuerzas habían atacado a Arouri, pero funcionarios libaneses y estadounidenses le atribuyeron el ataque a Israel.
Después del atentado, funcionarios del gobierno de Biden hicieron planes para intensificar las labores diplomáticas con funcionarios del Líbano como parte de una iniciativa para presionar a Hizbulá a fin de que no escale el conflicto. En los próximos días se espera que el secretario de Estado, Antony Blinken, viaje a Medio Oriente, donde uno de sus principales objetivos será contener una posible escalada.
“Las probabilidades de una guerra regional en Medio Oriente suben de un 15 hasta un 30 por ciento”, mencionó el almirante retirado James Stavridis, el excomandante de la OTAN. “Todavía son relativamente bajas, pero más altas que antes y sin duda incómodas”.
Desde los atentados del 7 de octubre, las milicias respaldadas por Irán han atacado 118 veces a los elementos estadounidenses posicionados en Irak y Siria en operativos contraterrorismo y el más reciente fue el lunes. Varios militares estadounidenses han resultado heridos en los ataques, al menos uno de gravedad, lo cual ha provocado represalias de parte del Pentágono en cinco ocasiones, con ataques aéreos contra los grupos.
En semanas recientes, el gobierno de Biden desclasificó información de inteligencia que indicaba que grupos paramilitares iraníes estaban coordinando los ataques de los hutíes, pues les brindaban información sobre los objetivos que circulaban en el tráfico comercial de la vía fluvial y el canal de Suez. Israel depende mucho del tráfico marítimo del mar Rojo.
Sin embargo, la amenaza más grave para contener el conflicto en Gaza irrumpió el martes con el asesinato de Arouri.
“La pérdida de alguien tan implicado en las operaciones tácticas y en la diplomacia estratégica es un revés importante para Hamás”, escribieron Hanin Ghaddar y Matthew Levitt en un análisis para el Instituto de Washington para la Política de Oriente Próximo. “Falta ver cómo reaccionan al ataque los aliados del grupo, en especial Hizbulá”.
Los líderes de Occidente intentaron relajar las tensiones efervescentes. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, comentó poco después del ataque que era “esencial evitar cualquier actitud de escalada, en particular en el Líbano”.
En una llamada telefónica con Benny Gantz, un opositor al primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu que se ha unido al gobierno de unidad del país en guerra, Macron mencionó que “Francia continuaría transmitiendo estos mensajes a todos los actores involucrados de manera directa o indirecta en la zona”, según un resumen de la llamada que proporcionó la presidencia francesa.
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