El tardígrado es una de las criaturas más extraordinarias de la naturaleza. Capaces de resistir condiciones extremas, estos microscópicos invertebrados pueden sobrevivir a temperaturas de -200 grados, permanecer una hora en agua hirviendo o mantenerse con vida en el espacio, sin oxígeno y sometidos a radiaciones cósmicas. Esta capacidad de supervivencia es lo que ha llevado a científicos militares de China a modificar células madre embrionarias humanas, a partir de las que se forman todas las demás conforme se desarrolla el embrión, con un gen del tardígrado para hacerlas resistentes a la radicación. Según South China Morning Post, lo han conseguido y los investigadores creen que este avance podría llevar a la creación de soldados que pudieran resistir la exposición a la radiación de una explosión nuclear.
El medio se hace eco de un estudio publicado el pasado octubre por científicos de la Academia de Ciencias Militares de Beijing que asegura haber encontrado una forma de introducir un gen del tardígrado en el ADN humano usando la tecnología de edición genética CRISPR/Cas9. Gracias a este gen los tardígrados u osos de agua pueden generar proteínas escudo que protegen a sus células de la radiación. Tras su edición genética, el 90% de las células madre embrionarias humanas sobrevivieron a una exposición letal de rayos X.
El equipo dirigido por el profesor Yue Wen señala en el estudio que las proteínas escudo son “exclusivas de los osos de agua. Se desconoce la respuesta inmunitaria después de la expresión entre especies, y puede generar algunos problemas de seguridad”.
Sin embargo, el análisis genético de las células madre modificadas no ha encontrado mutaciones en sus cromosomas y su funcionamiento ha sido normal, aunque crecían más rápido en algunas etapas de su desarrollo. “La expresión no daña la vitalidad de las células, pero puede promover la proliferación celular hasta cierto punto”, refleja el estudio que “pasará a la siguiente fase basándose en estos descubrimientos”.
Uno de los proyectos del equipo de Wen busca convertir células madre embrionarias modificadas con el gen del tardígrado en células madre sanguíneas que se puedan introducir en la médula ósea para generar nuevas células sanguíneas resistentes a la radiación. Los investigadores creen que de esta forma la especie humana incrementaría sus posibilidades de sobrevivir a una catástrofe nuclear.
La capacidad del gen del tardígrado para proteger sus células aplicada a células humanas también podría llevar a importantes avances contra diversas enfermedades y el envejecimiento. “Juega un papel protector en el ADN celular contra el estrés oxidativo, que es fundamental para el desarrollo de muchas enfermedades, como el cáncer, el envejecimiento, la diabetes, la inflamación y la enfermedad de Parkinson”, señala el estudio.