NOTICIACRISTIANA.COM – La libertad cristiana, es una responsabilidad de vivir en busca de la voluntad de Dios y obedecer sus mandamientos. Es decir, no es una autorización para vivir en contra del plan original de Dios, sino vivir en amor y gratitud hacia Dios. Entonces, debemos preguntarnos, si usamos sabiamente nuestra libertad cristiana. 

El pastor Erick Muñoz, en el programa “Estudio Bíblico en Casa”, analiza Gálatas 5:13-15, donde se plantean cinco principios bíblicos fundamentales sobre la libertad cristiana, que impactan en nuestra relación con Dios y los demás. 

Dios no nos obliga a escoger el bien: Dios nos concede la libertad de elegir entre el bien y el mal, la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Está elección es personal y voluntaria, lo que significa, que Dios no nos obliga a hacer el bien. 

Muñoz, considera que si forzamos nuestra elección anulamos nuestra responsabilidad moral por nuestras acciones. Un ejemplo bíblico de esta libertad de elección, se encuentra en la historia del pueblo de Israel que eligió comer carne en lugar de maná.

Tomar decisiones

“Dios permite al pueblo tomar ciertas decisiones, porque Dios no obliga al pueblo a escoger el bien. Esa libertad no solo se la otorga al pueblo, también al ser humano de recoger el bien y el mal. Nuestra libertad en Cristo Jesús, radica también en escoger el bien y el mal”, sostiene Muñoz. 

Agrega que el bien se tiene que escoger cada día por voluntad propia con la ayuda del Señor. Además, en Ezequiel 18, se establece que cada uno de nosotros es responsable de escoger la bendición o maldición. Dios nos da el libre albedrío u oportunidad de escoger y el Diablo esclaviza a la persona. 

Nuestra propia libertad, no debe ser motivo de alarde u orgullo: la libertad cristiana no debe conducir al orgullo o la vanidad. La libertad no debería utilizarse para presumir de nuestra fe o superioridad espiritual. Más bien, esta libertad nos llama a servir a Dios y a otros, siguiendo el ejemplo de Jesucristo.

“Pablo afirmó que la libertad cristiana primeramente es un asunto personal y no un trofeo para exhibirse. También enseño que cada uno de nosotros debe estar convencido en su propia mente. Mientras más libres somos, más siervos y esclavos nos volvemos de Cristo. Él nos hizo libres, pero nosotros por amor nos hemos hecho esclavos de su gracia”, acotó Muñoz.

Libertad y conciencia

Nunca debemos imitar la libertad de otro, si esa libertad viola nuestra propia conciencia: no debemos imitar la libertad de otros, si eso va en contra de nuestra propia conciencia. Si algo nos hace sentir incómodos, o va en contra de nuestra convicción personal, no debemos adoptarlo solo porque otros lo hagan. 

Respetar y obedecer nuestra conciencia es fundamental para evitar caer en el libertinaje.

“En Romanos 14:23, se nos exhorta, que lo que no se hace en fe es pecado. En otras palabras, cada vez que hago algo pero no lo hago con fe en realidad se convierte en una carga contra mi conciencia”, destaca Muñoz.

La libertad cristiana no debe ser motivo de discordia o pleito con los demás: la libertad debe edificar a los demás y dar madurez para tratar a los débiles.

Amor

“Entonces es importante que demostremos qué tan libres somos al demostrar dominio propio, qué tan libres somos al demostrar madurez y qué tan libres somos al utilizar esa libertad, para no pelear o discutir por cosas que realmente no valen la pena”, manifiesta el pastor.

La libertad cristiana tiene su máxima expresión en el amor: la libertad cristiana alcanza su máxima expresión en el amor. Elegir amar demuestra nuestra verdadera libertad en Cristo. El amor es más grande que la fe, el poder o la unción, y es lo que cumple la ley y cubre los pecados. La libertad cristiana nos invita a vivir en amor, siguiendo el ejemplo de Jesucristo.

En resumen, estos cinco principios de la libertad cristiana basados en Gálatas 5:13-15 nos recuerdan la importancia de nuestras elecciones, la humildad en la libertad, el respeto a nuestra conciencia, la estrategia del Diablo y, sobre todo, la prioridad del amor en nuestras vidas como seguidores de Cristo. La libertad, en última instancia, nos llama a servir a Dios y a los demás con amor y respeto.

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