NOTICIACRISTIANA.COM – Enfocarnos a vivir nuestra realidad como fue la vida de Jesucristo en la tierra, nos brindará estabilidad y felicidad. Es decir, a pesar de las maldades y tentaciones que encontramos en el mundo, encontraremos gozo verdadero en vivir una vida centrada en Cristo.
La pastora Rossy Martínez de Ugarte, en el programa “Agua Viva para las Naciones”, explica que Cristo caminaba como hombre en la tierra, despojado de toda deidad, para recuperar todo lo perdido. En este sentido, precisa que Juan 1:14 enseña que Cristo, no pertenecía a esté ámbito terrenal, porque era de una dimensión espiritual.
“Cristo llegó a la tierra diciendo yo soy la sustancia espiritual, la realidad y verdad. Por fuera era igual que el hombre, pero marcaba una diferencia su mente, que estaba conectada en ejercer lo que el padre eterno, lo envió a la tierra. En 1 Juan 1:1-3, se menciona que Cristo ya conocía todas las cosas de las tierras, porque él existía desde antes que fueran hechas”, precisa Martínez de Ugarte.
La pastora indica que Cristo en la tierra, era una realidad divina y celestial. En otras palabras, al llegar a la tierra se mostró como una realidad de nivel superior, con recursos y capacidades, para poder vivir lo consumado que hizo en la cruz.
Mente de Cristo
“Pero la realidad de Cristo no es compatible con la realidad que tenemos o con la mentalidad que poseemos. Es necesario desechar esa formación mental para adquirir esa realidad mental que Cristo hizo para nosotros. Cuando Jesús caminaba con los discípulos hablaba de esa realidad del reino y los hombres no le entendían, porque todo lo filtraban desde una mente terrenal y natural. No se puede entender porque se tiene que discernir espiritualmente”, acotó Martínez de Ugarte.
Asimismo, expresa que actualmente es imposible entender esa realidad de Cristo, porque es revelada por el Espíritu y debe ser entendida espiritualmente.
“El primer milagro de Jesús de convertir el agua en vino, es un ejemplo de ese mal entendimiento de la realidad de Cristo. En ese momento jamás entendieron el significado de la transformación, porque lo vieron desde una mente terrenal que suple una necesidad física. No vieron esas dos dimensiones, donde Cristo por medio de la muerte en la cruz, terminaría con el viejo hombre ajeno a la presencia del padre, para dar vida al nuevo hombre superior al primero, por fuera igual pero su mente gobernada por lo eterno. Este nuevo hombre es Cristo en nosotros que después de la muerte sepultura y resurrección imparte en nuestras vidas”, señaló Martínez de Ugarte.
Expresión de Cristo
Para tener a Cristo dentro de nosotros la condición es que la mente tiene que enterarse de esa nueva realidad. Cuando la mente conoce planes y beneficios de la vida de Cristo, el alma los desea. Pero, no está dispuesta a renunciar a todo eso que no pertenece a esa nueva vida.
“Nuestra meta es expresar a Cristo, y decir que no pertenecemos a la dimensión terrenal que estamos en el mundo, pero no somos del mundo. Somos extranjeros y peregrinos en este mundo y venimos a la tierra para glorificar aquel que vive en nosotros. Nuestra realidad es superior a esta realidad, ahí marcamos una diferencia, de lo contrario nuestra alma no es absorbida por Cristo. Cuando expresamos a Cristo nos convertimos en atractivos para otras personas. Pero, podemos incomodar a las personas y ser temibles ante la oscuridad”, destaca Martínez de Ugarte. Leer 1 Pedro 2:11.
Cuando Cristo moldea nuestra alma, nuestra realidad no cambia, a pesar de las circunstancias, que atravesamos, porque tenemos una mentalidad gobernada por el Espíritu. No se puede alumbrar el alma a este mundo, porque expresamos y vivimos la vida de Cristo, nuestra meta es Cristo y nuestra misión en la tierra es glorificar su vida.
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