NOTICIACRISTIANA.COM.- El amor de Dios por la humanidad, como se describe en la Biblia, es claramente incondicional en el sentido de que su amor se expresa hacia los objetos de su amor a pesar de su disposición hacia Él.
En otras palabras, Dios ama sin poner condiciones a los amados; Él ama porque es su naturaleza amar (1 Juan 4:8). Ese amor lo mueve hacia la acción benevolente: “Él hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos” (Mateo 5:45).
La naturaleza incondicional del amor de Dios se ve más claramente en el evangelio. El mensaje del evangelio es básicamente una historia de rescate divino. Mientras Dios consideraba la difícil situación de su pueblo rebelde, determinó salvarlos de su pecado, y esta determinación se basó en su amor (Efesios 1:4–5). Escuche las palabras del apóstol Pablo en su carta a los Romanos:
“Ya ven, en el momento justo, cuando aún éramos impotentes, Cristo murió por los impíos. Muy raramente alguien morirá por un hombre justo, aunque alguien posiblemente se atreva a morir por un buen hombre. Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:6–8).
El pecado nos aleja de Dios
Al leer el libro de Romanos, aprendemos que estamos alejados de Dios debido a nuestro pecado. Estamos en enemistad con Dios, y su ira se revela contra los impíos por su injusticia (Romanos 1:18–20). Rechazamos a Dios, y Dios nos entrega a nuestro pecado. También aprendemos que todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23) y que ninguno de nosotros busca a Dios; ninguno de nosotros hace lo que es recto delante de sus ojos (Romanos 3:10–18).
A pesar de la hostilidad y enemistad que tenemos hacia Dios (por lo cual Dios sería perfectamente justo si nos destruyera por completo), Dios reveló su amor hacia nosotros al darnos a su Hijo, Jesucristo, como propiciación
Dios no esperó que nos mejoráramos a nosotros mismos como condición para expiar nuestro pecado. Más bien, Dios condescendió en hacerse hombre y vivir entre su pueblo (Juan 1:14). Dios experimentó nuestra humanidad, todo lo que significa ser un ser humano, y luego se ofreció a sí mismo voluntariamente como expiación sustitutiva por nuestro pecado.
Es importante señalar que el amor de Dios es un amor que inicia; nunca es una respuesta. Eso es precisamente lo que lo hace incondicional.
Si el amor de Dios fuera condicional, entonces tendríamos que hacer algo para ganarlo o merecerlo. Pero ese no es el mensaje bíblico. El mensaje bíblico, el evangelio, es que Dios, motivado por el amor, se movió incondicionalmente para salvar a su pueblo de su pecado.
Artículo escrito en Got Questions.
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