NOTICIACRISTIANA.COM.- Todos los seres humanos batallan con algo que separa el hombre y Dios, el pecado.
El pastor Dr. Lucas Márquez, en el programa “Nuevo Pacto”, enseña sobre el pecado y cómo ser librados de él.
En la historia de la mujer adúltera de Juan 8, podemos encontrar la solución de cómo ser libres de la esclavitud del pecado.
El que comete pecado, es esclavo del él, dice la Palabra. Ser libres de esta esclavitud no ocurre de la noche a la mañana. Aunque ocurren cambios cuando una persona nace de nuevo, ser libre del pecado no es tan sencillo.
Los seres humanos tienen un problema grave. Todos nacemos en pecado. Es decir, el cuerpo por naturaleza es pecador. Y la Palabra nos indica que somos templo de Dios, sin embargo, la Divinidad no puede habitar en un templo lleno de pecado.
La única manera de acabar con este mal es matando aquello que lo produce, es decir, el cuerpo. Si no matamos el cuerpo, si no terminamos con el pecador, siempre habrá posibilidades de pecar una y otra vez.
La cruz, una obra profunda
Después que Jesús despide a la mujer adúltera le dice “vete y no peques más”. Después, empieza un discurso donde Jesús dice “Yo soy la luz del mundo” (Jn. 8:12). Y dice la Palabra que las tinieblas no pudieron contra la Luz.
Entonces, la obra de la Cruz en mucho más profunda de lo que se piensa. La muerte de Cristo tiene dos aspectos: el aspecto sustitutivo, pues él murió por nosotros, y el aspecto inclusivo, ya que él nos incluyó en su muerte.
Cristo murió una muerte que nosotros no podíamos morir, para que también vivamos una vida que no podíamos vivir.
Leyes
El pecado no se vence a través del ejercicio ni de buena voluntad. ¿Por qué? Porque el pecado es una ley (Ro. 8:2).
Una ley solo puede ser derrotada por una ley mucho mayor y más poderosa. “La ley del Espíritu de Vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte” Ro. 8:2.
En el caso de la mujer adúltera vemos la solución de Jesús a ese problema. Cristo es el único que puede interceder y librar de la muerte causada por el pecado.
Cuando estamos realmente unidos con el Señor, llevamos la cruz diaria, morimos todos los días a nuestro yo, el pecado pierde efecto en nosotros. Porque una ley superior, la Ley del Espíritu de Vida nos libra.
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