¡Alaba, alma mía, al Señor! Señor mi Dios, tú eres grandioso; te has revestido de gloria y majestad. Te cubres de luz como con un manto; extiendes los cielos como un velo. Salmo 104:1-2
Señor nuestro Dios, nuestro Padre que estás en el cielo, queremos agradecerte con todo nuestro corazón por darnos alegría en la tierra y por enviarnos del cielo tu resplandeciente luz. Te alabamos por la luz que das a nuestros corazones, luz que nos permite encontrar juntos gran alegría, porque nos hace uno en ti, uno en tu Espíritu y uno en la espera de tu bondad prometida. Concédenos ser tus hijos, siempre encontrando caminos donde tú nos acompañas y nos das lo que nosotros mismos no podemos. Que nuestra vida entera te glorifique y cada respiro te pertenezca. En comunión contigo, permanecemos bajo tu protección en cuerpo, alma y espíritu. Por todo lo que has hecho y por todo lo que harás por nosotros, te pedimos aceptar nuestro agradecimiento. Amén.
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