Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Hebreos 12:1-2
Señor, Dios y Padre nuestro, te damos gracias por permitirnos andar en el camino de Jesucristo, por ayudarnos en el camino de la cruz. Pase lo que pase, nosotros pertenecemos al Salvador y somos tus hijos. Queremos estar alegres y llenos de fe, llenos de esperanza, llenos de paciencia, porque tu misericordia nos guía. En todo lo que experimentamos, cuán a menudo podemos decir: «Gracias a Dios. Él nos ha ayudado, aquí y allá, él nos ayuda cada día a pesar de toda la maldad que hay en el mundo. ¡Alabanza, agradecimiento y honor a él por siempre!». Amén.
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