El 1 de marzo los habitantes de la ciudad mexicana de Rancho de San Fermín, en el estado de Veracruz, alertaron de la desaparición del río Atoyac: escucharon un estruendo enorme y sintieron que la tierra temblaba; había dejado de corrrer el agua y observaron un gran agujero.
Desde entonces, las autoridades de la Secretaría de Protección Civil de Veracruz han investigado el hecho. La hendidura, que surgió a unos tres kilómetros del nacimiento del río Atoyac y atraviesa el lecho del mismo, tiene una longitud de unos 30 metros y 20 metros de ancho.
El socavón que, presuntamente conduce a mantos freáticos, «podría deberse a un proceso de erosión kárstica, fenómeno natural ocasionado por las corrientes de agua que escurren bajo la superficie terrestre debido a la infiltración de las aguas superficiales», han especificado desde la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Algunos investigadores, como Ricardo Barragán, del Instituto de Geología (IGL), han comentado que «la desaparición total y repentina del río Atoyac pueda ser irreversible», ya que responde a un fenómeno natural de erosión producido por el agua.
Incluso si se actura sobre el río Atoyac podría resultar ineficiente, estima Barragán. «Si se intentara rellenarlo sería como luchar contra la naturaleza, porque si ya colapsó en ese punto es porque las rocas están siendo disueltas y seguirá colapsando», resume el funcionario.
El río Atoyac abastece a más de 100.000 familias e industrias azucareras de ocho municipios de la zona montañosa central oriental de Veracruz. Diversos expertos han propuesto que, mientras se soluciona el problema, se perforen pozos en las comunidades afectadas para proporcionar agua proveniente del subsuelo, apunta la UNAM, informa la cadena de noticias «24 horas».