En el marco de la Conferencia Climática de la ONU, COP 27, líderes religiosos de diversas creencias se congregaron en el histórico Monte Sinaí, el lugar donde, según la tradición, Moisés recibió los Diez Mandamientos bíblicos. En esta ocasión, estos líderes se unieron para establecer los “Diez Mandamientos de la Justicia Climática”, en un esfuerzo por abordar la crisis climática global. La cumbre de las Naciones Unidas tiene lugar en Sharm El Sheikh, Egipto, y está dedicada a discutir soluciones concretas para combatir el cambio climático.
Este evento trascendental fue organizado por el prestigioso Instituto Interreligioso Elijah (Elias Interfaith Institute), una entidad que reúne a destacados líderes del judaísmo, islam, cristianismo, budismo y diversas religiones de la India. La elección del Monte Sinaí para esta ceremonia no fue accidental, ya que tiene un profundo simbolismo en las tradiciones religiosas.
El Instituto Interreligioso Elijah tiene como objetivo principal “reunir las enseñanzas más valiosas de todas las religiones para respaldar la causa de la justicia climática”. Durante la ceremonia, se llevaron a cabo liturgias, lecturas y expresiones musicales que representaban la diversidad espiritual de los participantes. Es fundamental tener en cuenta que, mientras los seres humanos pueden influir en el medio ambiente, no somos el único factor determinante; la soberanía de Dios sobre la creación es innegable. Como señala el teólogo Avery Foley del equipo de Respuestas en Génesis, Dios tiene un plan supremo que prevalecerá. El cambio climático causado por la humanidad no marcará el fin de la vida en la Tierra, sino que será el juicio divino lo que decidirá el destino del planeta.
A pesar de este esfuerzo ecuménico, surgen voces críticas desde algunos sectores religiosos. El pastor Hernandes Días Lopes advierte que la unidad entre todas las religiones representa una amenaza para la Iglesia de Cristo. Para él, la verdad es innegociable y no hay unidad espiritual fuera de ella. Enfrentar la realidad del pecado y aceptar la gracia de Cristo Jesús es esencial para la salvación, y la Iglesia no puede comprometer este principio fundamental en aras de una falsa noción de amor.
A pesar de los avances de la Agenda 2030 de la ONU, que busca la unificación de las naciones, la Iglesia de Cristo permanece vigilante. Consciente de los desafíos que se avecinan, se prepara para resistir y proteger los valores que considera inquebrantables en medio de los tiempos inciertos que se presentan.