NOTICIACRISTIANA.COM.- A nivel mundial, existe una tendencia creciente de quienes no pertenecen a ninguna religión, o de creyentes que no asisten a una iglesia o se comprometen con alguna denominación religiosa.

Lamentablemente, se confunde el análisis cada vez que se interpreta esta categoría como ateos o agnósticos, cuando en realidad los que aumentan son los creyentes sin pertenencia institucional a una religión o iglesia particular, así lo informa un artículo de Miguel Pastorino publicado en Diálogo Político.

Desde hace más de cuarenta años, muchos sociólogos de la religión advertían que la avanzada secularización de algunos países suponía un abandono de las prácticas religiosas tradicionales, especialmente el catolicismo, pero no necesariamente un abandono de lo religioso.

Desciende el catolicismo, no la fe en Dios

En América Latina, los datos del Latinobarómetro entre 1995 y 2020 muestran una disminución del catolicismo, excepto en Paraguay y México.

Hay un aumento de evangélicos, principalmente pentecostales, y de personas sin religión en varios países, siendo Chile, Argentina y Uruguay los que tienen los mayores porcentajes de ateísmo y no religión.

Por otro lado, Guatemala, Nicaragua, El Salvador y Honduras experimentan un fuerte crecimiento evangélico pentecostal, mientras que en Brasil, los católicos disminuyen y los evangélicos aumentan.

En Uruguay, la secularización afecta tanto al Estado como a la sociedad, con una disminución significativa del catolicismo, un bajo compromiso religioso y un alto porcentaje de personas sin religión, junto con un notable índice de ateísmo en comparación con otros países de la región.

Cambio en la comunicación de la Iglesia

Especialmente en los países de la región, y de manera destacada en los más secularizados, las iglesias tradicionales han adaptado su mensaje para incorporarse a la modernidad. Han transformado sus enseñanzas en algo más centrado en la ética y lo social, dejando de lado temas relacionados con lo sobrenatural o la experiencia mística, lo que ha creado un vacío espiritual evidente.

Muchos creyentes sienten que algo les falta cuando las iglesias históricas reducen la práctica religiosa a rituales sacramentales y discursos racionales que carecen de misterio, o cuando se enfocan en compromisos morales y sociales.

Por otro lado, la nueva espiritualidad ofrece experiencias personales y sensibles para satisfacer el deseo de misticismo y misterio de aquellos que buscan algo más. Aquellos que se alejan de las iglesias no necesariamente se vuelven ateos, sino que tienden hacia una religiosidad vaga, introspectiva y apática.

En una cultura que promueve el narcisismo y el temor al fracaso, hay una creciente demanda de consuelo psicológico, lo que ha llevado al auge de expertos y gurús que aconsejan sobre cómo vivir, comer, dormir, meditar, relacionarse con otros y encontrar la felicidad. El mercado espiritual se expande con una amplia gama de ofertas para mejorar la autoestima y el bienestar interior.

En una sociedad dominada por la mentalidad consumista, ha surgido la religión a la carta, donde cada individuo crea su propio menú espiritual, combinando elementos de diversas tradiciones religiosas, la psicología y, si es necesario, pseudociencias, según sus necesidades de satisfacción personal.

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