Que todos nos consideren servidores de Cristo, encargados de administrar los misterios de Dios. Ahora bien, a los que reciben un encargo se les exige que demuestren ser dignos de confianza. 1 Corintios 4:1-2
Amado Padre que estás en el cielo, abre nuestros corazones, para apreciar y sentir cómo nuestras vidas han sido bendecidas. Abre nuestros corazones a tus bendiciones, para que podamos mirar hacia adelante, con agradecimiento y alegría, a lo que está por venir. Concédenos que podamos ser fieles a lo que hemos recibido de ti, y nunca más nos perdamos en momentos efímeros. Que nos aferremos a todo lo eterno que has traído a nuestros corazones, que tu nombre sea honrado, y nuestras vidas se formen de nuevo en Jesucristo. Danos valor para superar los males de la vida y esperar con alegría y expectación segura del futuro, cuando los poderes de tu reino se revelarán siempre con mayor claridad. Amén.