Se denomina católico anticatólico al católico bautizado que tiene una vivencia ligera de su fe, es aquel que nunca ha sido evangelizado.
Los hay de varios tipos, desde el católico cohetero (es decir, le gustan solo las fiestas patronales, las ferias y los bailes organizados afuera de la parroquia) hasta el que pertenece a un apostolado o frecuenta los sacramentos, pero es perversamente cercano y confabulador contra su Obispo al que solo busca por tener poder.
Este católico se expresa mal de su párroco a sus espaldas y nunca se acerca desinteresadamente a entregarle su ayuda, es un católico que licúa la fe por no conocer la doctrina de su Iglesia, igual votaciones por un masón, que por un partido proaborto sin encontrar nada malo en ello.
A menudo dicen que no quieren hablar de política y te invocan incorrectamente la cita de «Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios» intentando así evadir su responsabilidad cristiana e su incongruencia.
A este católico anticatólico le encantan las estampitas y vive rodeado de prácticas de la Nueva Era, se dice católico pero crítico al Papa y habla mal de los sacerdotes y de sus propios hermanos en la fe.
Hay entre protocolos quien no vende de la parroquia y está en mil apostolados al mismo tiempo, pero no da testimonio en su propia vida de lo que dice ser y creer.
Este tipo de católico odia que se le corrija y no admite su ignorancia respecto a la fe católica, rara vez ha recibido la biblia pero cuestiona la tradición y los dogmas de la Iglesia.
No sabe que existe el catecismo ni la doctrina social de la Iglesia. Nunca ha estudiado su fe, no la conoce, pero no pierde la oportunidad en quejarse de todo, que si los sacerdotes son ricos, que sí cobra mucho en el templo, que si la catequesis para niños es muy larga, que si los requisitos para casarse son muchos, que si la Iglesia debería modernizarse, que si los sacerdotes deberían casarse, que si todas las religiones son buenas e iguales, etc., etc.
Estos católicos anticatólicos se oponen, critican y son verdaderamente hostiles a las posiciones doctrinales de la Iglesia católica y de la jerarquía eclesiástica, persiguen violentamente a los predicadores que manejan por la «Nueva Evangelización» y casi siempre odian a los movimientos carismáticos.
Los hay de todos los tipos, desde aquellos que llevan 15 años al frente de un apostolado del que ya tienen amos y señores, hasta esos que se dicen católicos porque van a misa solo en bodas, misas de difunto o primeras comuniones.
Los católicos anticatólicos se visten para entrar a la casa de Dios como si fuera un estadio de fútbol, un bar o un cabaret. Se hacen serviles con los sacerdotes y al mismo tiempo sin problemas de decirles cuando están cometiendo un error que afecta a la comunidad.
Los católicos anticatólicos se forman al amparo de las redes sociales y en internet donde uno encuentra millas de historias negras y mentiras que no conoce la fe ni la historia verdadera de la Iglesia termina por creer.
Los católicos anticatólicos viven en la incongruencia y son muy peligrosos cuando acceden a cargos de poder dentro de la Iglesia. Viven confundidos y a lo largo de su vida confunden a muchos otros.
Se acercan a los apostolados generalmente para sacar provecho e incluso llenar sus propios vacíos. Llenos de heridas, lastimados, sin haber sido sanados todavía o incluso darse cuenta de su mezquindad, se dedican a lastimar a otros y a alejarlos de la Iglesia y de la fe.
Los hay en todos los lados, en el Presbiterio, en los consejos parroquiales, en los partidos de izquierda y de derecha, en las escuelas al frente de un grupo de alumnos, en la política y en los medios de comunicación, atacando a la Iglesia a la que dicen pertenecer.
Los católicos anticatólicos no pueden defender a Su Iglesia porque no la aman y no la aman simplemente porque no la conocen.
Ay de aquellos que habiendo nacido en la única Iglesia verdadera se dedicará a atacarla y un despreciador las riquezas de Cristo dejó en ella.
Cuidemos siempre nuestro corazón y nuestra conducta para no ser católicos anticatólicos.
Espero que el concepto haya sido claro.
Tu hermano en Cristo, Mario Gallardo Mendiolea.